Volkswagen no siempre ha gozado del estatus con el que cuenta actualmente, ha tenido tiempos muy difíciles en más de una ocasión. En su momento la marca estuvo a punto de quebrar, pero afortunadamente un grupo de personas capaces, buenas decisiones y condiciones económicas favorables ayudaron a que la marca se consolidara como una de las más grandes del mundo. Durante ese periodo de crecimiento que vivió tras los 80, su entonces dirigente y pieza clave del éxito, Ferdinard Pïech, decidió que era el momento de mostrar que Volkswagen podía crear uno de los mejores autos del mundo, el más rápido de todos.
Dicho proyecto comenzó a orquestarse y se encomendó a distintas marcas una a la vez, sin embargo, después de muchos años de conceptos, análisis y estrategias todo culminó con una marca que al inicio no se tenía contemplada. Las marcas que ayudaron a que el Bugatti Veyron y Chiron se pudieran crear fueron Audi, Bentley y la misma Volkswagen.
Audi AVUS Quattro
Todo comenzó en 1991 cuando Audi, una de las marcas que Volkswagen controla, presentó al AVUS Quattro un concepto de super deportivo, que era capaz de alcanzar los 100 km/h desde 0 en menos de tres segundos y llegar a los 340 km/h como velocidad máxima.
Tenía una carrocería de aluminio que envolvía un poderoso motor W12 de 6.0 litros y 502 hp, que se acoplaba a una transmisión manual de seis velocidades y enviaba el poder a las cuatro ruedas. Sólo podía llevar a dos personas y contaba con un diseño futurista, un concepto que quitaba el aliento, y seguramente hoy aún puede lograrlo.
Era más que capaz de romper récords y no tendría problema alguno en enfrentarse al McLaren F1, pues si bien el británico era mejor en velocidad punta, el AVUS QUATTRO pudo haber dominado el circuito gracias a su tracción. Al final del día resultaba muy caro de producir por lo avanzado que estaba para su época. Con ello el proyecto entró en espera durante un par de años hasta que la misma Volkswagen decidiera tomar cartas en el asunto.
Volkswagen W12
Avanzamos en el tiempo hasta 1997 cuando en el Auto Show de Tokio, Volkswagen dejaba con la boca abierta a los presentes. Estaban anunciando un auto concepto con motor de 12 cilindros en W de 5.6 litros con 420 hp, tracción en las cuatro ruedas y la capacidad de hacer un 0-100 km/h en cuatro segundos.
Se llamaba W12 Syncro y era una muestra de poder, de lo que la marca alemana era capaz de hacer más allá de autos para el día a día. El concepto fue muy bien recibido por la gran mayoría y dio pie para que los alemanes presentaran más versiones, el Roadster, Nardò y Record. En el caso del Nardò, se mejoró para que pudiera alcanzar los 660 hp con el mismo motor que se presentó en el Syncro. Volkswagen incluso probó el Record como coche de carreras, haciendo varias pruebas de resistencia con él y rompiendo un récord de distancia recorrida en 24 horas.
El W12 vivió en este estado, evolucionando e impresionando personas en salas de exhibición desde 1997 y hasta 2002 un año después de que Bugatti presentara el primer vistazo de lo que sería el Veyron.
Al final del día y a pesar de que tuvo buenas impresiones, el proyectó se dejó de lado, llevar el emblema de Volkswagen haría que las críticas fueran muy fuertes hacia el auto, pues no era natural que la marca que fabricaba coches para mover masas a un costo no tan alto, quisiera vender un auto de ese tipo.
Bentley Hunaudières
En 1999 y dos años tras la aparición del primer W12, la idea del Veyron comenzaba a acercarse más a su forma definitiva. Pues la marca británica, y recién adquirida por Volkswagen en 1998, Bentley, presentaba un concepto llamado Bentley Hunaudières, un super coche que ya usaba un brutal motor de 16 cilindros en W de 8.0 litros capaz de entregar 623 hp y 560 lb-pie de torque.
A tal motor se unía una caja secuencial de cinco cambios que llevaba el poder a las cuatro ruedas. La plataforma que usaba era la del Lamborghini Diablo —VW compró a Lamborghini en el 98, junto a Bentley—. Además de eso el interior estaba bañado de materiales de lujo.
El coche se presentó en el Auto Show de Ginebra y de inmediato enamoró a muchos, incluso hubo quienes ofrecieron comprar el auto sin importar el precio que tuviera. De hecho, la misma marca aseguró que podría vender varias decenas al año. Desafortunadamente, el proyecto se volvió a cancelar, de nuevo era muy costoso y lento de producir, de ahí el proyecto llegó a Bugatti, la tercera marca que compró en 1998, junto a Lamborghini y Bentley.
Después de eso, el proyecto llegó directamente a Bugatti, y en 2001 presentaron el concepto del Veyron, para que el modelo de producción apareciera hasta 2005. Sin embargo, en el 2000, Audi tuvo otro acercamiento en forma de concepto, que sólo fue un homenaje al pasado de la marca, pero que compartía detalles de lo que vendría.
Audi Rosemeyer
Este concepto fue un homenaje de la marca a su pasado en el mundo de las carreras, el Rosemeyer tenía un gran estilo retro y saludaba a los Auto Union que competían en los primeros Grand Prix previos a la Segunda Guerra Mundial.
El Rosemeyer tenía también un motor W16 de 8.0 litros capaz de entregar 630 hp, se acoplaba a una caja manual de seis cambios y llevaba la potencia a las cuatro ruedas. Sus formas tan extravagantes denotaron que sólo se trataba de un ejercicio de diseño, sin embargo, la base de lo que más tarde sería el auto más rápido del mundo, ya tomaba más formas, tras haberse cocinado en tres hornos diferentes durante más de 10 años.
Al final del día, Volkswagen decidió mantenerse al margen y seguir produciendo autos de volumen, mantuvo a Audi como otro rival de BMW y Mercedes Benz, dejó a Bentley a cargo de los sedanes de super lujo y encomendó a Bugatti ser la expresión de deportividad máxima y lujo del grupo. Una estrategia que le ha funcionado muy bien y que hasta la fecha continua operando.
El Veyron llegó a marcar la historia de la industria automotriz y se mantuvo durante más de diez años, recientemente Bugatti nos trajo a su sucesor y confirmó que el desarrollo del sustituto del Chiron ya está en proceso, aunque al mismo le queden más de cinco años de vida.
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