Hace 40 años, a finales de los 70, los deportivos eran muy diferentes a lo que conocemos hoy. Estábamos en una época de concientización por el uso de la gasolina y los coches japoneses comenzaban a cobrar fuerza en América. En el universo de los deportivos, tanto en Estados Unidos, como en Europa, la deportividad se medía en caballos de fuerza y torque dirigidos, por supuesto, a las ruedas traseras. ¿Bolsas de aire, modos de manejo o asistencias electrónicas? Ni siquiera lo tenían en mente.
Las cosas han cambiado mucho hasta nuestros días. Podemos ver que un deportivo con mayor potencia no siempre es el más rápido ni el que gana las carreras. Hoy, además, cualquier persona puede divertirse en su deportivo sin necesidad de ser muy hábil al volante, gracias a todas las ayudas electrónicas.
La tecnología ha evolucionado tanto que a veces parece que el auto es quien se encarga de buena parte del trabajo. Eso no es precisamente malo. Ha permitido que un mayor número de personas puedan experimentar la diversión de conducir autos de este tipo, aunque tampoco hacen maravillas. ¿Cuáles han sido esos sistemas que han transformado la evolución de los deportivos en las últimas décadas?
Diferencial electrónico autoblocante
Es común escuchar hablar de bloqueo de diferencial en vehículos todoterreno, pero en los deportivos ha ido creciendo en popularidad porque te permite mantener la tracción en las ruedas durante maniobras a alta velocidad, haciendo más predecibles las reacciones del mismo y aprovechando mejor toda la energía del motor.
Un diferencial ayuda a que durante una curva, las ruedas puedan girar a velocidades diferentes. Por ejemplo, la rueda que va en la parte interna de la curva viaja más lento que la que de la parte externa. El diferencial permite que esto suceda para poder avanzar, pero un diferencial autoblocante reduce esa capacidad en ciertas circunstancias para que una de las llantas obtenga mayor tracción.
Sin este sistema, en una curva donde la rueda interna pierda adherencia por la inclinación del coche, el diferencial enviaría potencia de forma natural, por lo que perderíamos impuso si no fuera autoblocante. Los primeros sistemas de este tipo se comenzaron a usar en los BMW y SAAB de los años 80, pero hoy se encuentran en autos como un SEAT León.
Control electrónico de estabilidad
Lo que hoy conocemos como ESC, ESP o VSC según el fabricante que lo haya implementado, nació entre 1987 y 1992. Los primeros pasos los dio el Toyota Crown en 1983 con un sistema antiderrape que no era propiamente un control de estabilidad, sino uno de tracción que años después sí derivaría en un ESC.
Este sistema ayuda a controlar la trayectoria del auto aplicando los frenos y regulando el par del motor de forma inteligente en la llanta que se necesita, para contrarrestar los efectos de la física natural del auto que lo llevaría a salirse del camino. Hoy es más conocido por ayudar a que un SUV no se voltee, pero en autos deportivos ayuda a no terminar golpeando la barda por algún exceso de confianza.
Es cierto que la presencia del ESC implica cronómetros más largos en circuitos por el proteccionismo que implica, pero con los años se han ido perfeccionando para que, según el modo de manejo, el auto reconozca si el control de estabilidad debe intervenir para evitar un accidente o si debe dar mayor libertad para marcar tiempos más ágiles en pista. En algunos casos —y para conducción purista— se puede desconectar.
Modos de manejo
Los deportivos se ganaron a pulso que los acusaran de incómodos. No siempre quieres ir a la máxima velocidad, desactivar las asistencias electrónicas o sentir la dureza de la suspensión. Los autos deportivos de nuestra época ya cuentan con un selector de modos de manejo que los domestica o enfurece a petición del conductor.
El sistema se vale de la electrónica para regular la sensibilidad del acelerador, el parámetro de funcionamiento de la transmisión, la dureza de la suspensión o el tacto de la dirección. También modifica el modo en que operan las asistencias electrónicas para facilitar maniobras deportivas.
Tracción integral
Otra tecnología heredada de los todoterreno. Aunque los deportivos más puristas siguen enviando la potencia al eje trasero, un sistema de tracción integral ayuda a tener un mejor control en vehículos deportivos al repartir el poder entre las cuatro ruedas. Se tiene un arranque mucho más eficiente pues se evita el derrape y, gracias a tecnologías inteligentes, se puede dosificar la cantidad de potencia enviada a cada eje constantemente.
Motores turbo
Hoy pudiera parecer obvio, pero hace 40 años el uso del turbo no era para nada lo que hoy en día. En la actualidad difícilmente imaginamos un deportivo sin turbocargador; los que conservan el motor atmosférico ya se consideran old-school y llevan motores grandes.
El turbo inyecta aire a la cámara de combustión a través de una turbina, esto ayuda a incrementar la potencia y sobre todo a eliminar la perdida de la misma por la altura. Recordemos que un auto de aspiración atmosférica o sin turbo, pierde aproximadamente el 1% de potencia por cada 100 msnm donde se circule, por eso hoy es común encontrar superdeportivos con motores turbocargados.
En 1962, Oldsmobile fue la primera marca de autos en incorporar un motor turbocargado en el Cuttlas, sin embargo, tomaron mucha popularidad en los años 90 en los deportivos japoneses. ¿Recuerdas el Nissan 300ZX Twin Turbo? Fue de los autos más emblemáticos de la década y de los que ayudó a popularizar el turbo en los deportivos.
Motores eléctricos
La mejor forma de elevar el desempeño de un deportivo es combinando motores turbocargados con eléctricos. Y porque motores nunca sobran para un deportivo, el Acura NSX utiliza cuatro motores: un V6 turbocargado y tres eléctricos. Se trata, en esencia, de un híbrido, pero no uno como el Prius, sino uno que busca elevar el desempeño dinámico con la ayuda del par inmediato que general los motores eléctricos. Con esta configuración logra impulsar las cuatro ruedas más rápidamente.
Esta tendencia se volverá más común en los próximos años, no necesariamente en superdeportivos. Aún quedan por resolver algunos temas, como la ligereza, pues contar con motores eléctricos potentes también implica instalar pesadas baterías de gran capacidad.
Fibra de carbono
La búsqueda constante por la reducción de peso en la industria automotriz encontró en la fibra de carbono un fuerte aliado, un material ligero y resistente. Las fibras tienen entre 5 y 10 micrometros de diámetro y están compuestas de átomos de carbón. Pronto se convirtió en un elemento popular en la industria espacial, aeronáutica y, por supuesto, la de los coches.
Gracias a que se puede moldear para dar forma a piezas estructurales y de carrocería hoy en día es una de las principales aliadas de los deportivos para incrementar su rigidez estructural y reducir el peso de los autos. Vemos su uso en deportivos exóticos como un Ford GT, donde incluso el habitáculo está realizado en fibra de carbono
El lado negativo de su popularidad es que las marcas han estado utilizando plástico con estampado en imitación fibra de carbon indiscriminadamente, incluso hasta en SUV para añadir ese toque deportivo que todos buscan.
Barras estabilizadoras
¿De qué sirve tener un motor potente y un auto veloz si no se puede controlar? Las barras estabilizadoras son elementos que se añaden a la suspensión del auto tanto en la parte delantera como trasera para reducir la tendencia natural al balanceo de la carrocería, es decir, funcionan como un freno de balanceo.
Imagina una vuelta cerrada a gran velocidad. El auto tiende a inclinarse al lado externo de la curva. Si no tuviéramos una barra estabilizadora, esa inclinación podría llegar a ser tan pronunciada que pudiera ocasionar una volcadura, si no llegamos a ese punto es muy probable que al momento de terminar la curva y apoyarse de nuevo de forma estable pudiera producirse un bamboleo de la carrocería por no tener estas barras que limitan esas fuerzas.
Hoy es posible ajustar las barras estabilizadoras en los deportivos de acuerdo al tipo de camino en el que circulamos, ya sea que podamos reducir su efecto o aumentarlo y recudir al mínimo el balanco de la carrocería si el camino lo amerita.
Los elementos aerodinámicos activos más comunes son las parrillas activas que cierran el flujo de aire al motor a altas velocidades para reducir el freno aerodinámico, también están los spoilers que varían su altura o ángulo ya sea para incrementar la carga aerodinámica y lograr una mayor velocidad punta o para aumentarlo y así mejorar el agarre en zonas sinuosas.