La pasión por los autos es lo que motiva a muchos a seguir esta industria de cerca, en algunos casos trabajando dentro de la misma y hasta arriesgando algo a nivel personal por cumplir un sueño. Algo de esto sucedió a finales de los 80 e inicios de los 90 en General Motors, culminando con el desarrollo de un par de vehículos que se ganaron ese estatus de leyenda. Hoy recordaremos la historia de la GMC Syclone, una pick-up deportiva capaz de hacer sufrir al Ferrari más nuevo de su momento.
¿Y por qué no?
Hoy en día es común hablar de pick-up deportivas, tenemos modelos de Ford, Chevrolet, RAM, Toyota y compañía. Sin embargo, en los noventa no eran algo tan común. Igual de poco común que el desarrollo y la llegada de la GMC Syclone.
Su historia comenzó en otra marca de General Motors, para ser precisos, Buick. En Buick tan solo unos años atrás habían buscado revivir el interés de personas más jóvenes en una marca que se había transformado fuertemente a una empresa con la que se identificaban clientes de más de 50 años. Dejando muy atrás la idea algo pasional y divertido.
Por ello mismo es que un grupo de ingenieros fanáticos de la velocidad modificaron un Buick Regal para crear al Grand National, al punto en el que era más rápido incluso que los Corvette, Camaro y hasta deportivos Europeos de Porsche y Ferrari a finales de los 80. Su éxito fue tal que algunas de las últimas unidades fueron intervenidas por McLaren para darle paso al GNX.
Una vez terminada la polémica producción y venta del Grand National y el GNX, en Buick los mismos entusiastas que prepararon el Gran National, sintieron que GM podría seguir teniendo más productos deportivos además del Corvette y Camaro, el problema era que no encontraban un producto que adaptar a este estilo.
Finalmente, llegó una propuesta rara, una pick-up deportiva. La idea era poner el motor del Gran National en una Chevrolet S10 y añadirle un tratamiento estético a lo GNX. De hecho, se preparó un modelo concepto que se presentó a los ejecutivos de General Motors, pero que cancelaron de inmediato ya que notaron que el motor no cabía del todo en la bahía, necesitaría modificaciones estructurales y porque el turbo en el motor del Gran National tendía a fallar rápidamente, llenándolos de reclamos de garantías, por lo que llegaron al límite de no querer fabricar ni siquiera el motor.
Solo para contextualizar más, el motor del Gran National era un V6 turbo de 3.8 litros que en su tiempo de vida vio potencias oficiales de entre 235 hp a 276 hp, pero que en realidad eran cifras maquilladas para no admitir que podía alcanzar más de 290 hp, muy por encima de algunos Corvette y Camaro como descubrieron algunas revistas especializadas en su momento.
La idea también fue propuesta a Chevrolet directamente, pero tampoco la encontraron atractiva, sin embargo, en GMC hubo interés, uno de sus empleados y entusiasta de los arrancones, pensó que a GMC le vendría bien un producto emocionante, por lo que presentó el proyecto que de inicio fue mal visto, pues desarrollar algo desde cero sería brutalmente caro y tomaría mucho tiempo, incluso sin concretarse antes de que la vida generacional de la S10 y sus variantes terminara.
Afortunadamente, Kim Nielsen, no aceptó la negativa de la marca, por lo que decidió licitar la creación de un concepto con las características que el tenía en mente y tomando como base a la GMC Sonoma, la gemela de la Chevrolet S10 con un par de toques distintos y su motor V6 de 4.3 litros que afortunadamente era una derivación con dos cilindros menos de la que usaba el Corvette de aquel momento. La licitación la ganó una empresa llamada Production Automotive Services (PAS), de hecho, compitieron contra la rama estadounidense de McLaren, quienes desarrollaron los Buick GNX.
PAS propuso añadir un turbo Mitsubishi y un intercooler Garret al motor, además decidieron darle la misma transmisión automática que movía al Corvette, ya que el motor era la misma base en ambos modelos. También, decidieron darle tracción AWD, ya que de dejarla solo con tracción trasera, la falta de peso en la zona trasera, propia de una pick-up, la haría muy difícil de conducir, provocando constantemente derrapes y por consecuencia limitando la diversión para conductores con habilidades no tan elevadas.
La solución fue el sistema de tracción Borg-Warner, mismo que era usado en la Chevrolet Astrovan contemporánea, aunque el diferencial trasero era de deslizamiento limitado. A ello se sumaron obvios refuerzos en motor, transmisión, una suspensión más firme y baja, llantas con mejor agarre y frenos algo más potentes, aunque solo al frente, porque en el eje trasero aún usaba frenos de tambor...
Más rápida que un Ferreri... pero solo en el cuarto de milla
El resultado de esta combinación y claramente su bajo peso, fue el de una camioneta relativamente barata de producir y con cifras de aceleración que marcaban el 0-96 km/h (0-60 mph) en solo 4.3 segundos, una velocidad tope de 199 km/h y el cuarto de milla en 13.4 segundos. En cifras de poder podía extraer de su motor un total de 280 hp y 350 lb-pie de par, pesando solo 1,632 kg.
Con ese tren motriz, la GMC Syclone demostró ser más rápida en aceleración a 96 km/h, cuarto de milla y hasta en frenado que el Ferrari 348 ts que se acababa de estrenar. Vaya, hasta los colegas de Car and Driver lo publicaron como su historia principal en una de sus ediciones.
Claro que hablando en conducción de circuito, el Ferrari a largo plazo y más allá del cuarto de milla, era más veloz, también ofrecía agarre superior para el paso por curva, pero aún con ello la Syclone podía mantenerle el paso a una distancia no muy lejana. Teniendo en cuenta que la cultura de los arrincones es tan grande en Estados Unidos, con ser mejor en el cuarto de milla, su desempeño bastaba.
Al hablar de utilidad no había mucho que ofrecer, tan solo la capacidad de carga en la batea era de solo 226 kilogramos, todo debido a la modificación en su suspensión para mejorar el manejo a velocidad.
La GMC Syclone solo se produjo en 1991 con un par de modelos en 1992, de ellas se fabricaron solo 3,000 unidades, por lo que hoy en día son objetos de colección. En su momento el precio de lista era de 25,970 dólares unos 523,000 pesos mexicanos al tipo de cambio actual, sin embargo, ahora algunos modelos en buen estado pueden pasar de los 100,000 dólares, aunque la mayoría sale por unos 40,000 dólares.
El entusiasmo que despertó fue suficiente para que GMC le diera el mismo tratamiento a la GMC Jimmy, la versión SUV de la Sonoma, pero que en este caso fue nombrada como GMC Typhoon.
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