BMW X5 xDrive45e, a prueba: Nos lo llevamos de roadtrip desde CDMX hasta Las Vegas... y de vuelta

Nota de Motorpasión México

Salir de roadtrip hacia Las Vegas suena a película, y sabemos cómo acaba... pero no, nosotros no fuimos a ahogar nuestras tarjetas de crédito en casinos. Viajamos al CES 2020 desde Ciudad de México a bordo del BMW X5 xDrive45e i Performance, la versión híbrida enchufable de uno de los SUV más avanzados de BMW.

El plan lo armaron nuestros colegas Carlos y Laura de Sandowalsky, y Astrid de Autocosmos se sumó junto con nosotros. La ruta de alrededor de 6,500 km con cuatro personas a bordo se nos antojaba muchísimo, no sólo por la experiencia que supone ir tan lejos en auto, sino por la oportunidad de conocer con tanta profundidad un modelo. Spoiler alert: es lo mejor que hemos probado para comer hamburguesas.

Arrancamos

La ruta comenzó a las 6 AM en el Ángel de la Independencia. Yo, en el asiento de atrás, ya había comenzado a analizar mi espacio. Teléfono aquí, café acá, computadora allá, Nintento Switch en mano... espera, ¿dónde conecto mi cargador? Busco en consola central, nada. Busco en descansabrazos, nada. El X5 es todo tecnología, excepto que no tiene puertos USB atrás, sólo una toma de 12 V. En la primera tienda compramos un adaptador y santo remedio, ¿pero qué necesidad, BMW?

Pasadas las primeras horas, hicimos escala en Querétaro para comer. Esa noche debíamos llegar a dormir a Monterrey, no sin antes detenernos en una de las estaciones de carga para vehículos eléctricos que BMW instaló en un corredor de Ciudad de México a San Luis Potosí, y que recientemente se expandió también hacia Puebla.

El X5 en el que viajamos no es totalmente eléctrico, pero sí lleva un paquete de baterías de 24 kWh, con el cual puede recorrer hasta 80 kilómetros en modo eléctrico. El motor principal es turbo de seis cilindros en línea, y gracias a un propulsor eléctrico, las cifras de poder quedan en 394 hp y 442 lb-pie. No busca que lo llames deportivo, pero tampoco esconde los 5.6 segundos que le toma llegar a 100 km/h. Nada mal.

Este primer trayecto nos sirvió para probar la suspensión, y es que muchas de las carreteras de nuestro país no están en el mejor de los estados. El X5 es suave, con la clásica firmeza de los modelos alemanes y de los vehículos con rines grandes, pero siempre bajo dominio del confort. El balance entre comodidad y precisión en dirección, amortiguación y frenos me parece destacable, sobre todo estos últimos, que aun siendo regenerativos, no tenían el tacto extraño ni el ABS paranoico habitual en vehículos híbridos.

Con la caída del sol nosotros entramos a Monterrey. Hotel, pizza, una Coca-Cola y a dormir, que al día siguiente debíamos terminar en El Paso, Texas.

Hablemos de rendimiento

A la mañana siguiente no tuvimos que recorrer demasiados kilómetros para llegar a la frontera. El primer tramo lo condujo Carlos, que aún a buen ritmo, siempre era quien lograba sacar los mejores consumos al X5. Durante todo el viaje, el promedio rondó 10 km/l, pero él llegaba a rozar cifras superiores. ¿Esos números son suficientes para un vehículo híbrido? Depende del vehículo.

Los 6,500 kilómetros de camino nos permitieron hablar de muchas cosas, desde Danna Paola —que fue trending topic aquellos días— hasta si el X5 podía considerarse ahorrador. Y concluimos que sí. Si un Prius obtuviese ese rendimiento, sería lamentable; en un SUV como el X5, que pesa 2.5 toneladas, ronda 400 hp y va en carretera —donde los vehículos híbridos son menos eficientes—, 10 km/l nos parece plausible.

De 8,305 km que marcaba la computadora, 853 habían sido recorridos en modo eléctrico. El promedio de consumo fue de 9.8 km/l.

Pocas personas van a conducir su X5 PHEV todo el tiempo en carretera. En ciudad, donde pasarán la mayoría del tiempo, es donde sale a relucir su eficiencia, porque los 80 kilómetros de autonomía eléctrica que promete BMW se apegan mucho a la realidad. Si sus dueños encuentran estaciones de carga cerca del trabajo, podrían hacer su vida diaria sin utilizar gasolina. Ahí es cuando los 47.6 km/l que reporta BMW en ciclo combinado cobran sentido.

En este segundo tramo, que fue durante el cual cruzamos la frontera, descubrí la importancia del coche conectado, eso de lo que tanto hablan las marcas y que todavía suena a ciencia ficción. Apenas pusimos un pie —¿una llanta?— en Estados Unidos, el software de nuestro X5 anunció cambios en el funcionamiento de algunas asistencias de conducción para adaptarse a las leyes de tránsito locales y la infraestructura. Dato curioso: el sistema cambiaba cada que cruzábamos a otro estado en EE. UU.

Tras montones de kilómetros ese día, algunas retas de Mario Party y unas cuantas playlists, llegamos a El Paso. Al día siguiente por fin llegaríamos a Las Vegas.

Rozando el futuro con vehículos autónomos

Cuánta diferencia hay de conducir un BMW X5 en Estados Unidos, que en México. Lo digo porque allá prácticamente no hay que conducirlo. Con las líneas bien pintadas, los señalamientos claros —y estandarizados— y la infraestructura correcta, nuestro X5 de prueba nos permitió soñar con la conducción autónoma, esa a la que tanto criticamos y que por dentro todos deseamos.

Cuando conduces 12 horas al día en promedio, tener un sistema capaz de mantener una velocidad constante, de frenarse hasta igualar la velocidad del vehículo de adelante y de seguir las líneas de carril relaja mucho la conducción. No tienes que preocuparte por ejecutar órdenes, sólo por supervisar que el auto haga lo correcto.

Para cumplir con los tiempos, muchas de nuestras comidas fueron por drive thru. Las asistencias de conducción permitieron que el conductor fuese con hamburguesa en mano sin preocuparse por descuidar el volante. El X5 sigue perfectamente las líneas del carril, pero a cambio te pide siempre sostener el volante; con una agarras tu hamburguesa, con la otra el volante, y listo. El X5 fue muy fiable al seguir los caminos, aunque en Texas de vez en cuando se desorientaba; en Arizona y Nuevo México lo hizo sin mayor dificultad.

En esta misma ruta de El Paso a Las Vegas también descubrimos dos tecnologías que nos asombraron. Una fueron los faros láser. No son de serie, pero si acostumbras salir a carretera, págalos. Me agradecerás la recomendación. Son capaces de iluminar hasta 600 metros. Si hay algún letrero, un haz de luz gira para apuntarles, como si el vehículo dijera "ey, mira por acá, esto creo que tienes que verlo". También es capaz de detectar —y apuntar a— peatones o animales.

El segundo sistema que nos sorprendió cuida tus niveles de atención. Nada nuevo... al principio. Como en otros vehículos, el X5 te sugiere detenerte tras varias horas al volante o al comenzar con conducción errática. En la pantalla te da la opción de buscar un lugar donde descansar en los próximos kilómetros. Si lo ignoras varias veces, te preguntará si deseas que te revitalice. Ah, caray, pues sí, a ver... y por 3 minutos empieza a sonar música rápida, la iluminación ambiental se torna a colores fríos —blanco, azul, verde...—, el aire acondicionado lanza ráfagas de viento helado al conductor y el asiento empieza a darte masaje. Al final sí que te despierta, no sabemos si por todo lo que el auto hizo o por el asombro de descubrir de lo que es capaz de hacer un auto de nuestros días.

¡Y el masaje! Había olvidado mencionarlo. Fue uno de las funciones que volvieron más llevadero nuestro trayecto. El masaje no es para relajar al conductor o al copiloto, sino para quitarles contracturas de tantas horas sentado. Eos, junto con asistencias que sólo te piden agarrar el volante y ver al frente, y una playlist eterna, el trayecto no fue —tan— cansado.

La electrificación y la conducción autónoma a la orden del día

A veces desde México no vivimos las experiencias tecnológicas de manera completa. Y no lo digo porque las tecnologías no estén disponibles, sino porque nuestro entorno no nos permite disfrutarlas de la misma manera; en el caso de los autos, por una infraestructura sin desarrollar o por la cultura vial dominante.

Lo que vivimos a bordo del BMW X5 xDrive45e es eso que llevamos años platicando que llegará... y que ya llegó: un auto que te va monitoreando a ti mientras analiza cuidadosamente el camino, que puede funcionar con electricidad y recargarse mientras haces las compras, que puede ser tan rápido como ahorrador.

De nuestro X5 me fascinaron los faros láser, las tecnologías de asistencia a la conducción y el nivel de comodidad. Las siestas fueron gloriosas. Lo que no me gustó es que muchísimo equipamiento es opcional —y no precisamente barato—, que no lleva puertos USB atrás —no me lo logro explicar aún— y que quizá me faltaron mesillas en los respaldos, eso hubiera sido genial para las cenas o para trabajar desde la computadora.

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