Audi Q8 TFSIe, a prueba: un SUV híbrido enchufable de talla grande, pero con el consumo de uno compacto

La escasa luz de una luminaria de la calle, que ingresa por las barras de acero del portón del estacionamiento, apenas logra dibujar la silueta del Audi Q8 que reposa en su espacio. Son las cinco y media de la mañana de un domingo y el objetivo de salir a esta hora y en este día es poder llevar a estirar las piernas de este SUV con mayor libertad y sin el estrés del tránsito cotidiano, de la Ciudad de México a Río Frío, rumbo a Puebla.

Si bien ya hemos tenido la oportunidad de ponernos detrás del volante del Q8 más radical, aquel que lleva el apellido RS, y de su ejecución 100% eléctrica, la que porta la etiqueta e-tron, esta vez es diferente, pues los ingenieros de la firma alemana tomaron las mejores prácticas de ambos mundos, combustión interna y electricidad, para dar vida al Q8 TFSIe que está frente a nosotros. Sí, se trata de un Q8 equipado con un tren motriz híbrido enchufable.

Presionamos el botón de apertura de puertas en el sensor y una secuencia de luces LED nos dan la bienvenida, no hay mejor manera de comenzar el día. Acomodados en el confortable asiento del conductor, la oscuridad deja ver cada detalle que ilumina el tablero, consola central, volante, pantallas y demás botones repartidos en las puertas, es como estar en un auto de otro tiempo, uno más adelantado que nuestro presente.

Con el cinturón de seguridad abrochado y el portón del estacionamiento asegurado, presionamos el botón de encendido y el silencio es absoluto, no sólo por la gran insonorización del habitáculo de este SUV, sino porque la parte térmica del tren motriz está alerta, pero en reposo, privilegiando la parte eléctrica para ponerse en movimiento.

Para entender de mejor forma el desempeño del Q8 TFSIe, es necesario describir lo que hay en sus entrañas. El tren motriz que la impulsa está integrado por un motor V6 de 3.0 litros turbocargado, que por sí sólo genera 340 caballos de fuerza. Inmediatamente acoplado a él se encuentra un propulsor eléctrico, que aporta a la ecuación 130 hp y 339 libras-pie de torque, el cual es alimentado por un paquete de baterías de 17 celdas, de 22 kWh de capacidad y refrigerada por líquido, ubicada en el piso de la cajuela, la cual se recarga por medio de la frenada regenerativa (ya llegaremos a eso) o por medio de una conexión eléctrica a un cargador externo.

La tercia se complementa con una transmisión automática Titronic de 8 velocidades unida al motor eléctrico. En total, con ambos propulsores trabajando en conjunto, la potencia del sistema se sitúa en 490 caballos de fuerza y 516 libras-pie de torque. En el panel de instrumentos observamos en los indicadores de los extremos que, tanto el tanque de combustible como el nivel de carga de las baterías, están completamente llenos, así que iniciamos la marcha tras desplazar la palanca de la transmisión hasta Drive con un ligero toque. Entonces la magia comenzó.

En el modo de manejo automático, el sistema determina qué fuente de poder utilizará o dará mayor prioridad en función de la demanda con el acelerador, velocidad y si la superficie está en ascenso o descenso, por lo que los primeros 25 kilómetros en ciudad, antes de tomar la carretera libre a Puebla, el motor eléctrico fue el encargado de movernos principalmente, inclusive a velocidades superiores a los 70 km/h.

Después de esa cifra, no es que el V6 entre en acción, pero es más propenso a actuar. A pesar de los episodios en que el motor a gasolina se activó, que fueron realmente pocos, quedamos boquiabiertos al descubrir en el cuadro de instrumentos que nuestro consumo de combustible promedio superó los 56 kilómetros por cada litro de combustible gastado y estamos seguros de que pudieron haber sido más, pero nos alcanzó la carretera y comenzamos a demandar mayor potencia del tren motriz.

Y es justamente esa la magia de un tren motriz híbrido enchufable, pues gracias a la instalación de una batería más grande que las que equipa un híbrido convencional, y que se puede recargar de manera externa con un cargador, es que se pueden lograr consumos que parecen una broma. Con semejante desempeño, alguien que utilice esta Q8 para ir a trabajar entre semana y que no supere los 80 km de distancia en un viaje redondo, podría sin ningún problema desplazarse con pura electricidad y sin quemar una sola gota de combustible, siempre y cuando tenga un cargador en casa o en su oficina para conectarla.

Llegamos al primer tope que anuncia el inicio de la carretera libre a Puebla. A estas alturas el sol ya comienza a asomarse con mayor presencia, pero aún es muy temprano como para encontrarnos algún otro vehículo en nuestra ruta en los próximos kilómetros de curvas sinuosas, ascenso y descensos.

De modo que seleccionamos el modo Dynamic a través de un interruptor en la consola central, y el carácter del Q8 cambia, no sólo porque ahora da rienda suelta al motor a gasolina y utiliza al eléctrico como un apoyo en aceleraciones fuertes y para eliminar el retraso del turbocompresor sino que, además, la suspensión neumática que equipa reduce la altura de la carrocería para mejorar el centro de gravedad de todo el conjunto y se torna más rígida para reducir al mínimo el balanceo de la carrocería en los giros cerrados y en los cambios bruscos de dirección.

Con esta metamorfosis, el Q8 TFSIe sacó lo mejor de sí en cada tramo, permitiéndonos enfrentar una carretera llena de desafíos con mucha seguridad, pero sobre todo con mucha confianza. A pesar de esta configuración deportiva, no nos dejó de sorprender el consumo de combustible, pues es promedio nos situamos en los 15 km/l.

De regreso a la autopista volvimos a la configuración inicial, aquella que nos permitió aprovechar al máximo los descensos en dirección a la Ciudad de México para recuperar algo de la energía eléctrica que consumimos kilómetros atrás, mediante la frenada regenerativa, la cual utiliza un principio físico conocido como resistencia eléctrica que, a grandes rasgos, permite que el motor eléctrico se convierta en generador, bajo el siguiente principio:

Cuando a un motor eléctrico se le induce electricidad, la transforma en movimiento mecánico útil, pero cuando se le induce fuerza mecánica, entonces genera electricidad. ¿Qué tanta?, depende de la distancia existente entre el rotor y el estator del propulsor, pero eso lo define el propio sistema.

Cada vez es más común ver en nuestras calles vehículos híbridos e híbridos enchufables en varios segmentos, pero Audi ha logrado una calibración tan adecuada de su sistema como pocos, con un gran aprovechamiento de la electricidad en las baterías para poner en movimiento y con toda solvencia un conjunto que supera las 2.5 toneladas de peso en la báscula, como si se tratara de un vehículo más ligero, pero que al mismo tiempo reduce drásticamente el consumo de combustible. El Q8 TFSIe está disponible en nuestro mercado, por un precio que inicia en $2,114,900.

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