Las oficinas diplomáticas son, a fin de cuentas, oficinas, que van perdiendo archivos e historias conforme la gente viene y va, como en cualquier otra. En 1982, Uruguay compró un terreno en Arabia Saudita para construir su embajada, pero el proyecto quedó estancado y décadas más tarde ya nadie recordaba la propiedad... hasta ahora. ¿Qué se encontraron? EE. UU. lo había convertido en un estacionamiento.
Hace 42 años, Uruguay compró un terreno de 2,751 m² en la zona diplomática de la capital de saudí. Por el potencial económico y político de aquel país, el objetivo de Uruguay era construir su embajada, pero tuvo que frenar el proyecto por falta de presupuesto.
El terreno quedó abandonado por décadas, hasta que Nelson Chaben, actual embajador de Uruguay en Arabia Saudita, dio con los documentos de propiedad y averiguó qué había sido de aquel terreno: se convirtió en el estacionamiento de la embajada de Estados Unidos, ubicada justo al otro lado de la calle. ¿El problema? EE. UU. nunca pidió permiso ni mucho menos pagó ningún tipo de renta. Tampoco sabían que ese terreno no les correspondía.
Debido a su ubicación y al desarrollo de la zona, el terreno de Uruguay ha cuatriplicado su valor, sin que el país sudamericano haya obtenido ningún beneficio por ello. El actual embajador uruguayo propuso un contrato anual de renta a Estados Unidos, pero la ley de Arabia Saudita lo prohíbe porque el contrato de compra-venta original menciona que el terreno sólo puede ser utilizado para la construcción de la embajada y que no se puede rentar.
EE. UU. está abierto a cooperar con un acuerdo temporal, en el que ofrece pagar una renta mensual de 2,000 dólares por 3 años, en lo que el gobierno de Uruguay decide el destino de aquel terreno —actualmente sus diplomáticos alquilan una residencia en la misma ciudad— y se pone al día con los aspectos legales.