Hace poco más de una década, tener un Honda Civic significaba estar a la moda; era un coche que daba gusto tener. Hoy —o al menos hasta hace unos meses— lo que representa(ba) el Civic es muy distinto. Pasó de ser tendencia, a ser uno más, y sin llegar a ser un mal producto, se quedó mirando cómo la competencia lo dejaba atrás. Había que reaccionar.
Diseñadores e ingenieros trabajaron codo a codo para hacer del Honda Civic, nuevamente, un auto del que te pudieras enamorar. Diseño pasional, motor turbo y mucho equipamiento son las tres claves con las que el compacto japonés quiere renacer en el corazón de los nuevos compradores. ¿Así de fácil se gana una batalla? Lo hemos probado una semana para comprobarlo.
Un sedán que parece coupé, porque a todos nos gustan los deportivos
Lo primero que hay que entender es el diseño. No se trata del Civic de toda la vida, éste en realidad sí propone algo con su diseño. Los faros afilados con "pestañas" de LED, las calaveras que dibujan un par de letras C y la caída del medallón no se parecen a nada que esté actualmente en el mercado. Más aún, guiñan el ojo a un diseño deportivo, una clase de coupé de cuatro puertas —que no deja de ser sedán.
Eso sí, por dentro el Civic no es tan peculiar como lo es por fuera, pero aún así está muy bien logrado. A nivel diseño, los japoneses realizaron, como siempre, un excelente trabajo en materia de funcionalidad y ergonomía. Lo que sorprende es que esta vez no se trata de un diseño simple. Las mezclas de texturas y el juego con las "dimensiones" crean un interior que es tan sobrio como tecnológico, una experiencia ciertamente difícil de combinar.
Por un lado tenemos el cuadro de instrumentos configurable, en el que podemos ver información del reproductor de música, de la computadora de viaje y del estatus del vehículo, así como manipular algunos menús con funciones del auto; todo esto desde una interfaz bastante intuitiva y de gráficos avanzados.
Por el otro, nos encontramos con la versatilidad de todo Honda en elementos como el descansabrazos central, que ofrece una capacidad de almacenamiento equiparable con la de un SUV grande —hemos probado camionetas con menos huecos— y diferentes configuraciones para guardar llaves, tarjetas, botellas, controles, monedas o una cámara DSLR con todo y su lente. Todo cabe.
En un plano más tecnológico, Honda nos ofrece un sistema de infotenimiento con base Android —de hecho tiene su propia aplicación de calculadora— y compatibilidad con CarPlay y Android Auto. La pantalla ofrece buen tacto, pero siempre hemos creído que los mandos táctiles no siempre son la mejor idea; que Honda haya prescindido las perillas para controlar el volumen y la intensidad del aire acondicionado nos parece, en la práctica, algo criticable. Por muy tecnológicos que quisiéramos sentirnos, no conseguimos la misma fidelidad que al sentir la perilla.
En general, el equipamiento es muy completo. Además de lo ya mencionado, suma vestiduras en piel, quemacocos, controles de audio y velocidad crucero al volante, freno de mano eléctrico, sistema de navegación, llave inteligente y una cámara en el espejo lateral derecho que se activa al encender la direccional derecha. A decir verdad, hubiéramos preferido monitoreo de punto ciego en ambos espejos en lugar de una cámara que en uso real no resulta tan útil como nos gustaría. Sorry, Honda, seguimos muy acostumbrados a usar los espejos.
Un motor que te hace volar... y una caja que te corta las alas
La mayor joya del nuevo Honda Civic no es ni su equipamiento ni su diseño, lo es su motor. Se trata de uno turbo de 1.5 litros de 174 hp y 162 lb-pie de torque, que en la práctica lo coloca como uno de los compactos más rápidos del mercado, a pesar de que el retraso del turbo aún se hace notar por debajo de las 2,000 revoluciones.
La respuesta del motor es muy buena, pero la transmisión no se comporta a la altura del vehículo. Funciona de maravilla cuando se trata de obtener el mejor rendimiento de combustible, pero a la hora de querer explotar los dotes deportivos del Civic, esta caja CVT nos cortará las alas.
Cumple con su función básica y le permite acelerar de 0 a 100 km/h en alrededor de 8.5 segundos, pero sin la sensación deportiva que debería transmitir. Al acelerar, únicamente se escucha el motor revolucionándose a un mismo rango hasta que la transmisión CVT se cansa y decide que, por fin, ha llegado la hora de simular algún cambio. Nos parece reprochable que en un auto de estas características, la transmisión no ofrezca modo manual. Honda, ¿ves las paletas de cambios del City? Las necesita —y merece— el Civic.
Al final, sin tratarse propiamente de un deportivo, el esquema de suspensiones y dirección del Civic nos permite divertirnos en carreteras de montaña. A altas velocidades y al entrar a curvas, el auto se siente bien apoyado sobre el asfalto. El volante apunta con seguridad y transmite suficiente información a manos del conductor. Hay un buen balance entre agilidad y confort. Es un auto que da gusto conducir, pero no llega a cansar.
No hace falta ni más ni menos, sólo lo necesario
Hay marcas que, por más que lo intentan, no llegan; otras, en cambio, se pasan de fuerza. Si Honda quiere encestar en el marcador de las ventas de sedanes compactos en México, necesita realizar su tiro con menos fuerza. El Honda Civic es un producto muy bien logrado, pero si quiere recuperar sus viejas glorias, le hace falta apuntar un poco menos alto.
Que no se malinterprete, da gusto ver que Honda vuelva a apostar por un Civic con personalidad, pero pedir 374,900 pesos por la versión que probamos —$348,900 con algo menos de equipamiento, pero aún con el motor turbo— nos parece demasiado, considerando que por esa etiqueta ya se está metiendo en terreno de sedanes medianos, como el propio Accord, o de compactos premium, como el Audi A3.
Hay que sentarse a analizar prioridades. Si lo que Honda quiere es que volvamos a enamorarnos de un Civic, felicidades: lo ha conseguido. Si lo que quiere es venderlo, es momento de encontrar la manera de reducir costos sin penalizar sus encantos. ¿Vale la pena? Como producto, y considerando su durabilidad a largo plazo, sí; pero a ese precio, es complicado.
8.6
A favor
- Buen balance entre desempeño y comodidad
- El espacio interior es bien aprovechado
- Hay múltiples espacios para guardar objetos
- La sensación de calidad del interior es muy buena
- Lo mejor, la respuesta del motor
En contra
- La transmisión CVT es poco entusiasta y no admite cambios manuales
- El precio es algo elevado para su categoría
- Los mandos táctiles (de audio y de A/C) no son tan prácticos como una perilla
Versión probada | Turbo Plus | ||
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Cilindrada | 1,996 cm³ | Tracción | Delantera |
Bloque motor | 4 cilindros turbo | Capacidad del depósito | 47 litros |
Potencia máxima (hp @ rpm) | 174 hp @ 5,500 rpm | Consumo urbano | 12.8 km/l |
Par máximo (lb-pie @ rpm) | 162 lb-pie @ 5,500 rpm | Consumo en carretera | 17.8 km/l' |
Peso | 1,318 kg | Consumo mixto | 15.3 km/l |
Velocidad máxima | N.D. | Emisiones de CO2 | 181 g/km'' |
Aceleración 0-100 km/h | 8.4 s | Capacidad de la cajuela | 427 litros |
Transmisión | Automática tipo CVT | Precio | $374,900 |