Hoy los autos están llenos de funciones que hace algunos años no podríamos creer posibles. Unas tan avanzadas que nos vuelan la mente y otras ya tan recurrentes que hasta pasan desapercibidas. El control de velocidad crucero puede ser una de esas funciones que ya para todos es una normalidad en autos modernos, sin embargo, su existencia tiene casi 80 años.
Como todos sabemos, el control de velocidad crucero se encarga de que el auto mantenga una velocidad constante sin necesidad de presionar el acelerador. A través de motores eléctricos y el software de la computadora, el auto puede juzgar que tanta aceleración necesita para mantener su velocidad en pendientes o superficies planas, una función muy útil en viajes largos.
Una historia de décadas y un inventor ciego
Esta función es de la autoría de Ralph Teetor, un ingeniero e inventor estadounidense que nació en una familia cercana a la industria automotriz, pues eran dueños de la empresa Teetor-Hartley Motor Company.
Teetor desde pequeño mostró interés en el mundo de la mecánica, sin embargo, a los 5 años sufrió un accidente en el que se lastimaría un ojo con un cuchillo lo que con el paso del tiempo le provocó Oftalmía simpática, un padecimiento que causa ceguera en ambos ojos, tras haber lastimado solo uno de manera fuerte.
A pesar de ello, el gusto por la mecánica nunca se detuvo. Continuó su vida académica hasta titularse como mecánico, por lo que de inmediato entró a trabajar al negocio familiar. En esa etapa patentó varios inventos tanto para la industria naval como para la automotriz.
Su idea más exitosa fue la del Control crucero, misma que surgió de su disgusto por la conducción de su abogado, Harry Lindsay, quien al comenzar una conversación mientras conducía, de forma inconsciente soltaba el acelerador sin darse cuenta de la mucha velocidad que perdía el auto. Por lo que al notarlo aceleraba de golpe. Esto molestaba a Teetor y fue lo que lo impulsó a pensar en un sistema que mantuviera constantemente la velocidad de un auto.
En 1945 patentó su sistema, mismo que Chrysler decidió adquirir e integrar a sus autos más tarde en 1945 en su icónico Chrysler Imperial. Su funcionamiento se controlaba con el pedal del acelerador, una perilla y un botón con el que se seleccionaba la velocidad a la que se quería viajar. Para desactivarlo bastaba acelerar un poco más fuerte o frenar, por lo que era fácil y rápido de operar.
Hoy la mayoría de los autos llevan esta tecnología, aunque claro, con mejoras tanto hardware como en software más avanzado que con ayuda de cámaras y sensores puede hasta regular la velocidad acorde a la distancia que tengamos con el auto que va delante de nosotros.