Volkswagen se está planteando lo inimaginable para salir de su crisis económica: fabricar autos de otras marcas, incluso de las rivales

Los últimos meses han sido duros para Volkswagen en términos económicos. La baja demanda de vehículos eléctricos y la caída de ventas de modelos de alta gama en China ha puesto en jaque a sus fábricas en Alemania, que hoy están produciendo pocas unidades y disparando gastos. La firma alemana lleva un tiempo analizado opciones para reducir costos y volver a la rentabilidad, con alternativas tan radicales como ofrecer sus fábricas para que otras marcas produzcan ahí sus modelos.

De acuerdo con fuentes contactadas por Bloomberg, que pidieron no ser mencionadas por la confidencialidad del tema, Volkswagen se encuentra barajando distintas opciones para no tener que despedir a casi 9,000 empleados en Alemania. Entre sus propuestas se encuentran vender las plantas de Osnabrück y Dresde, y usar sus instalaciones en Emden para que otras marcas, incluso de la competencia, produzcan sus autos ahí.

Emden, que es la más grande de esas tres fábricas, actualmente es responsable de producir los Volkswagen ID.4, ID.5 y ID.7. Tiene capacidad para fabricar hasta 300,000 autos al año, pero cerrará 2024 con tan solo 140,000 unidades. Una planta de autos sólo es rentable cuando alcanza un 80% de su capacidad; la de Emden no llega ni al 50%.

El panorama de Osnabrück y Dresde luce más complicado. Ninguna de las dos fábricas tiene asignado ningún modelo para 2026. La primera se encarga de producir el Volkswagen T-Roc Cabrio y los Porsche 718 Cayman y 718 Boxster, y la segunda únicamente produce ID.3 para Europa.

El problema no son los modelos, sino los costos

Volkswagen ve claro que su desafío no está en la competitividad de sus modelos, sino en lo que cuesta producirlos. En Alemania, su fuerza de trabajo cobra 62 euros cada hora, convirtiéndose en el sueldo más alto de cualquier fábrica de autos en el mundo. A ello se suma el costo de la energía, que es alto en Alemania.

El objetivo de Volkswagen es recortar 17,000 millones de euros entre bajas de salarios, eliminación de bonos y ventas de fábricas, para evitar que se pierdan los 11,500 puestos de trabajo amenazados entre las tres plantas, aunque inevitablemente habrá despidos. Hay que tener en cuenta que la decisión se torna particularmente difícil debido a que más de la mitad de los puestos del Consejo de Supervisión del grupo son ocupados por representantes de los trabajadores.

La decisión de producir autos para otras marcas sería algo impensable para Volkswagen, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata del fabricante de autos más grande de Europa y el segundo a nivel mundial. No sabemos qué repercusiones pueda llegar a tener en el resto de las plantas del grupo fuera de Alemania, aunque para México el panorama pinta positivo. En breve comenzará la producción del nuevo Tiguan, junto a la actual fabricación de Jetta y Taos. A largo plazo, CUPRA no descarta utilizar las instalaciones de Puebla como catapulta para entrar a EE. UU. con costos competitivos, aunque la política arancelaria de Trump pueda terminar frustrando sus planes.

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