El MINI con el paso del tiempo lo ha sido todo: un coupé, vagoneta, SUV, coche de rally, coche para circuito y mucho más; pero lo que nunca había sido, era un auto eléctrico. Bueno, eso solo hasta hoy, porque inevitablemente esta nueva propulsión lo iba a alcanzar y qué mejor forma dar ese paso que con el modelo original. ¿Pero, tiene lo necesario para ser igual de útil e interesante que un modelo convencional a gasolina? Así es el MINI Cooper SE y lo pusimos a prueba.
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MINI Cooper SE
$913,000
- Motor: 1 Motor eléctrico
- Potencia: 181 hp
- Par: 199 lb-pie de par
- Capacidad de la batería: 32.6 kWh (28.9 kWh útiles)
- Transmisión: 1 marcha
- Tracción: Delantera
- Frenos: Disco/disco
- Suspensión delantera: Independiente
- Suspensión trasera: Independiente
- Peso: 1,405 kg
- Longitud: 3,845 mm
- Cajuela: 254 litros
- Consumo en ciudad: 14.1 kWh
- Autonomía: 234 km (oficial)
- Aceleración de 0-100 km/h: 7.3 segundos
- Velocidad máxima: 150 km/h
- Lugar de fabricación: Reino Unido
Todo el estilo de MINI por donde lo veas
El MINI no necesita carta de presentación, seas fan hardcore o alguien que solo sabe que para que su coche funcione hay que ponerle gasolina, las probabilidades de que lo ubiques son altas. Al menos por esa parte de la tradición en cuanto a diseño, el Cooper SE ya hizo su trabajo. Fiel a su forma de ser, la marca le dio uno que otro detalle para ser aún más extrovertido y que no se te olvide que este no es un MINI común.
A México, el MINI Cooper eléctrico solo llega en una versión, la SE, es decir, un nivel equivalente al Cooper S, con ese saborcito deportivo de pocket rocket, pero sin caer en el terreno del juguete para track days que es el John Cooper Works.
Faros, parrilla y sus formas generales son idénticas a las de un Cooper S, pero lo que nos ayuda a diferenciarlo son los espejos en color amarillo fosforescente, el emblema “S” en amarillo en vez de rojo, el emblema “E” en la parte trasera, la falta de escapes y lo que más me gustó de su diseño, los rines de 17” con un diseño poco convencional, con formas cuadradas, cerrados para mejorar la eficiencia aerodinámica y con acentos también amarillos.
Cuando vas por la calle, la verdad es que son esos rines y el ruido que produce para alertar a los peatones de tu presencia, lo que hace que muchos lo volteen a ver primero con mirada de confusión, pero después con sorpresa.
Frente a un MINI común la verdad es que no cambia en dimensiones, ya no es el MINI mini... de hace décadas, pero defintivamente sigue siendo un coche pequeño. Mide los mismos 3,845 mm de largo, 1.7 metros de ancho y 1.4 metros de alto. Vaya lo único que realmente lo hace diferente es el peso. En promedio gana unos 130 kg frente a un Cooper S, llegando así hasta los 1,405 kg.
El interior no necesitaba cambios, ya era expresivo antes de la electrificación
Por dentro la verdad es que MINI no arriesgó en nada y si te bajas de un Cooper a gasolina y te subes después a este, no vas a notar prácticamente nada distinto.
Materiales, diseño, ergonomía, todo igual. Pero, como pasó en el exterior, también tiene un par de cosas diferentes para recordarte sutilmente la diferencia entre ambos. En primer lugar, el cuadro de instrumentos. Tiene una pantalla a color al centro, con información básica de viaje y a los costados unos medidores más tradicionales para el nivel de carga y el uso de la batería, ya sea para que veas que tanto estás usando al instante o que tanto estás regenerando al frenar.
El otro detalle son los insertos en el tablero, en este caso un plástico de color negro con acentos brillantes, otros opacos y algunas líneas en amarillo. No me gusta, me encanta. No sé si sea por que tal vez estoy justamente en el target de MINI, pero esos detalles que le dan color y personalidad a un auto, me fascinan.
Lo mismo sucede con los switches estilo avión para encender el auto, controlar la iluminación, techo panorámico y demás.
La calidad es buena, sí, pero tampoco lo mandaría hasta lo premium, creo que más bien es un punto intermedio, definitivamente mejor que algo generalista, pero no tan refinado como BMW, por ejemplo. Vaya, hay muchos plásticos suaves al frente, pero en la zona trasera todo es plástico rígido, de buena calidad, obvio, pero, algo a notar.
Referente a equipo, estamos bien para el día a día, pero no tan bien para el precio, me explico: En conectividad, tenemos una pantalla táctil de 8.8”, de super buena definición, fluida y fácil de operar. Tiene información de tráfico en tiempo real y algunos servicios en línea. Eso sí, aún en 2022, sigue siendo compatible solo con Apple CarPlay de forma inalámbrica. BMW era así antes, pero de un tiempo acá ya también consideran a los usuarios de Android Auto. ¿MINI, para cuándo?
También tenemos cargador inalámbrico para smartphone, un sistema de audio de 6 bocinas que suena muy bien, especialmente ya que lo ecualizas, pero tampoco es el Harman/Kardon que puedes agregar en otros modelos.
Tenemos iluminación ambiental, aire acondicionado automático de doble zona, puerto USB común y USB-C, techo panorámico, espejo electrocrómico, volante deportivo y asientos en piel sintética, pero solo con ajuste manual, cómodos por cierto.
Mira, el equipo no está mal, pero por precio esperarías el audio premium, un cuadro de instrumentos completamente digital, ajuste eléctrico en asientos, la conectividad con Android Auto o un Head up display; que de hecho se puede poner, pero cuesta unos 15,000 pesos más.
En seguridad también tenemos lo esencial, es decir, además de una estructura buena, hay 6 bolsas de aire, control de tracción, control electrónico de estabilidad, frenos ABS, control de velocidad crucero adaptativo, cámara de reversa, encendido de luces automático, limpiaparabrisas automático y sensores delanteros y traseros de proximidad.
Sin embargo, si quieres el freno autónomo de emergencia, alerta de abandono de carril, entre algunas otras asistencias, hay que pagar otros 18,000 para añadirlo como opcional. Por sus dimensiones, lo que tiene de serie es suficiente, pero de nuevo, por precio y ese discurso de ser un modelo tecnológico y de primer nivel, creo que debería ser de serie.
En cuanto a espacio, esto es un MINI y en su nombre hay ciertas características implícitas. Al frente sientes mucho espacio y en la zona trasera, salvo por las dificultades propias de un modelo de dos puertas para entrar, la verdad es que tiene suficiente para ir cómodo. Yo con 1.75 metros de alto puedo ir atrás con espacio suficiente hasta para viajes largo. Algo a destacar es que las baterías van abajo de la banca trasera, entonces no te roba espacio para pies y la cajuela no se ve tan afectada.
Eso sí, su cajuela es como él mismo, MINI, 254 litros de capacidad con doble fondo, pero generalmente ese doble fondo es para guardar el cargador de pared.
Sabor a MINI, pero con el condimento eléctrico
A bordo del MINI eléctrico tenemos una experiencia que de nuevo recuerda mucho al de gasolina, pero con ciertos cambios propios de un coche eléctrico. Para empezar, tenemos una entrega de poder instantánea que se siente más visceral que la de un Cooper S a gasolina, ya sabes, los motores eléctricos entregan su poder al instante y no gradualmente.
Es así que su motor eléctrico que le da tracción frontal, genera 181 hp y 199 lb-pie de par. Eso es suficiente para hacer el 0-100 km/h en 7.3 segundos, a veces un hasta en 6.9 si la temperatura y el asfalto lo permite. Se siente muy bien la verdad.
Ahora en cuanto a manejo, tiene ese go kart feeling que tanto presume la marca, la dirección es rapidísima y precisa. Además, sientes una rotación muy peculiar en estos coches pequeños, en la que percibes como si fueras sentado en la punta del cofre. A pesar del aumento de peso, no es como que sientas que subvire más o algo, muy bien balanceado y de hecho, con el peso de las baterías cerca del suelo y en la parte de atrás, hasta lo siento algo más plantado y con menor tendencia al rebote en el eje trasero. En pocas palabras, lo gozas manejar.
Ahora otra cosa rara es la frenada, ya que con el freno regenerativo, puedes incluso hasta manejar con un solo pie el 90% del tiempo que estes a bordo. Aquí su nivel más alto de regeneración sí ofrece una resistencia considerable y puedes bajar de velocidad rápidamente. El nivel intermedio, creo yo, es el mejor porque no se siente tan intrusivo y aún así permite una recuperación o mantenimiento de energía decente.
Otra cosa que me agradó es la suspensión y es que para lidiar con el peso extra, la posición de baterías, entrega de poder y más, recibió una puesta a punto distinta que me parece mejor que la de un Cooper S. Sigue plantándose bien, con a penas un poco más de roll en curvas, pero ahora muchísimo más cómoda. No sientes que rompiste el coche en cada imperfección del camino. Sigue sintiéndose firme, pero nada que ver con un Cooper S a gasolina, aún teniendo llantas runflat en este SE.
Para acabar, la autonomía. El MINI Cooper SE usa una batería de 32.6 kWh, de los cuales solo son útiles 28.9 kWh lo que le permite según la marca, un rango de 234 km por carga. Ni de chiste te da eso. Esa medición se obtiene con unas pruebas controladas que lejos están de acercarse a un día normal de tráfico en muchas ciudades. Por ejemplo, el mejor consumo que saqué en estos días, fue de 14.1 kWh con muy poco tráfico y eso daría para unos 206 km, pero ya en algo más realista con tráfico pesado, usando el A/C, mi consumo más alto fue de 15.8 kWh, que daría para 184 km por carga. La verdad algo limitado.
Tiene modos de manejo como el Green y Green+ que hasta te limitan el uso del aire acondicionado y adormecen el acelerador para tratar de ahorrar más batería, pero aún así sigue algo corto en autonomía, no se diga si lo pones en modo Sport, ahí drenas más rápido la pila, aunque su velocidad punta esté limitada a los 150 km/h.
En tiempos de carga si compras e instalas un Wallbox de 11 kW en tu casa, podrás llenarlo en cosa de entre 3 a 4 horas, cosa que no está nada mal.
Ok, regresando a la pregunta inicial, ¿tiene lo necesario para cumplir en manejo como un MINI? Totalmente, diversión similar, pero con sensaciones propias de un eléctrico. ¿Me gustó el manejo? No. ¡Me fascinó!
7.7
A favor
- Manejo igual de divertido que un MINI Cooper S
- Muchísimo estilo por dentro y fuera
- Marcha mucho más cómoda que un Cooper S
En contra
- Autonomía limitada
- Falta equipo como Android Auto
- Muchos elementos que por precio deberían ser de serie son opcionales
Como MINI no defrauda, pero como auto eléctrico para las distancias e infraestructura de México...
El MINI Cooper SE me tiene con sentimientos encontrados. Amé el manejo, la expresividad del motor eléctrico, la puesta a punto de suspensión que te permite un manejo dinámico, pero sin comprimirte la columna y el diseño tanto exterior como interior, me parece que tienen muchísima personalidad.
Desafortunadamente no se puede negar que por los $913,000 pesos que ya cuesta, sí queda a deber en autonomía, algo en conectividad y algunos elementos de asistencias que ya deberían ser de serie.
Recomendable solo si eres un verdadero fan de MINI, lo vas a usar casi exclusivamente en ciudad y tus recorridos no pasan de 40 km al día. Para carretera lo veo limitado a menos que salgas con 100% de carga a lugares que no te impliquen recorrer más de 120 km, manteniendo una velocidad en torno a los 80-110 km/h, aprovechando lo más que puedas las bajadas para regenerar y asegurando que haya un cargador funcional en tu destino para que puedas regresar.
Si lo único que te importa es lo “chic” del auto y no te molestan sus limitantes, lo vas a amar. Pero como auto eléctrico para un uso más común y práctico, por poco más de 20,000 pesos extra tienes al Chevrolet Bolt EUV, todo lo opuesto a este MINI, pero realmente útil como un coche eléctrico para el día a día. O si puedes gastar casi otros 80,000 más, un Tesla Model 3.