El Toyota RAV4 y el Mazda CX-5 son dos SUV que en principio parecen igual de interesantes y muy recomendables, sin embargo, al contrastar ambas propuestas, salen a la luz diferencias importantes. En esta ocasión nuestro lector J. R. Rivera nos contacta por Twitter para saber qué le conviene: CX-5 i Grand Touring ($489,900) o RAV4 XLE ($459,900).
Con Mazda CX-5 vas a tener más equipamiento
El Mazda CX-5 es $30,000 más caro que el RAV4, pero está considerablemente más equipado. Respecto al SUV de Toyota, añade faros dirigibles —giran con el volante para alumbrar en curva—, sensor de lluvia, espejo retrovisor electrocromático, asiento del conductor con ajuste eléctrico, Android Auto —RAV4 sólo lleva Apple CarPlay— y, lo más importante, seguridad: cuenta con monitor de punto ciego y alerta de tráfico cruzado.
Analizando el equipamiento de RAV4 encontramos que no hay ningún elemento que no haya también en CX-5. En ambos modelos tendremos quemacocos, climatizador automático bizona, control de velocidad crucero, cámara de reversa, infotenimiento con pantalla de 7", freno de estacionamiento eléctrico y faros de LED.
Un punto que llamó mi atención fue la apariencia. Más allá del diseño, el CX-5 logra una apariencia más refinada tanto por dentro, como por fuera. Los rines de 19" y los elementos cromados no delatan que estás pagando una versión intermedia, como sí sucede con las piezas negras y los rines de 17" del RAV4. Al interior es más drástico: mientras CX-5 lleva tapicería en piel, RAV4 se queda con vestiduras en tela y volante de plástico.
Donde el Toyota RAV4 toma la delantera es al hablar de espacio. La cabina se siente más amplia, sobre todo en la segunda fila, donde abunda el lugar para piernas y cabeza. Ambos modelos ofrecen puertos USB de carga para la banca trasera. En cuanto a cajuela, Mazda anuncia capacidad de 875 litros vs. 733 litros para RAV4.
RAV4 es AWD y más potente, Mazda se maneja mejor
A nivel motor son muy parecidos, aunque no iguales. Ambos SUV llevan un bloque de cuatro cilindros de 2.5 litros, que en el caso de Toyota RAV4 desarrolla 204 hp y 179 lb-pie, acompañado de una transmisión automática de 8 velocidades. Mazda se queda con 188 hp, 186 lb-pie y caja automática de 6 cambios.
En principio, los 204 hp del RAV4 podrían llevar la delantera, pero hay que tener en cuenta que CX-5 es más ligero y desarrolla más par, por lo que se sentirá más ágil. Además, la puesta a punto de su chasís ofrece una sensación más directa gracias a una suspensión ligeramente más firme y una dirección más precisa que en RAV4. Eso sí, los rines de 19" no son tan cómodos como los de 17" del RAV4 en calles repletas de baches.
La ventaja del Toyota RAV4 en términos mecánicos se encuentra en su sistema de tracción integral con programas Normal, Eco, Sport, Mud & Sand, Rock & Dirt y Snow para conducción todoterreno. Es de los pocos SUV de esta categoría con capacidad off-road. Si sueles salir a terracería o acostumbras carreteras en zona de lluvias y nieve, RAV4 vale la pena. En el día a día, el sistema AWD no aporta demasiado.
Ahora bien, el rendimiento de combustible. Tanto RAV4 como CX-5 han estado en nuestro garaje. Durante el periodo de prueba obtuvimos consumos muy similares, de 9.1 km/l para RAV4 y 9.8 km/l en CX-5, en ciudad para ambos casos.
Hablando de costos, ¿cuál conviene?
Tanto Toyota como Mazda ofrecen una garantía de 3 años o 60,000 kilómetros. Durante el periodo que dura la garantía debes realizar los servicios en la agencia. Curiosamente, la diferencia de los 3 años de mantenimiento entre ambos modelos es de sólo 4 pesos: $12,546 en Toyota y $12,550 en Mazda. Lo que sí cambia es el costo del seguro. El cotizador nos arrojó cobertura amplia en $12,712 para CX-5 y $17,660 para RAV4.
Nuestra selección: Mazda CX-5
El Mazda CX-5 es la opción más interesante. Es $30,000 más costoso, pero a cambio tendrás una gran diferencia en sensación de calidad, manejo y nivel de equipamiento. El Toyota RAV4 sólo destaca por la fiabilidad de la marca, el espacio interior y su sistema de tracción integral. La versión que vale la pena es la híbrida, pero roza los $600,000.
Como alternativa a ambos modelos, nosotros proponemos al Volkswagen Tiguan Comfortline. Sus acabados no son tan sofisticados como el CX-5, pero el equipamiento es muy similar —la única diferencia importante son los faros de LED— y a cambio tendrás un SUV más espacioso y versátil, que conducido correctamente puede ofrecer un muy buen rendimiento de combustible. Lleva un motor turbo de 1.4 litros de 150 hp y cuesta $485,990.