El Departamento de Defensa de Estados Unidos incluyó al mayor fabricante de baterías del mundo, CATL, en su lista de empresas militares chinas. Esta medida, anunciada el martes, es una más de las medidas del país norteamericano para frenar empresas de China que considera una amenaza.
CATL, proveedor clave de baterías para gigantes de la industria automotriz como Tesla, BMW, Toyota, Volkswagen y Hyundai, enfrenta ahora un desafío en el plano reputacional. La inclusión en la lista negra del Pentágono prohíbe cualquier relación comercial entre la empresa y el Departamento de Defensa de EE. UU., aunque no afecta directamente a su capacidad de operar con otras entidades. Sin embargo, podría generar incertidumbre entre sus socios y dificultar futuras inversiones internacionales.
“CATL nunca ha participado en ningún negocio o actividad relacionada con lo militar, por lo que esta designación por parte del Departamento de Defensa es un error”, dijo la empresa en un comunicado oficial. CATL también informó que tomará acciones legales, si es necesario, para revertir esta decisión y proteger los intereses de sus accionistas.
DJI, Huawei, Tencent…
Esta no es la primera vez que una empresa china se ve afectada por medidas similares. En años recientes, gigantes como DJI, Huawei y Tencent (sí, los dueños actuales de League of Legends) también fueron incluidos en la lista negra estadounidense, lo que provocó caídas significativas en sus acciones y tensiones diplomáticas entre ambos países. En el caso de CATL, sus acciones han registrado una caída de más de 7% desde el anuncio.
Mientras tanto, el impacto real de esta medida para CATL dependerá de cómo evolucionen las relaciones de la compañía con sus principales clientes internacionales, incluyendo Tesla, que podría verse presionada por las regulaciones estadounidenses. A pesar de las dificultades, CATL mantiene una posición dominante en el mercado de baterías para vehículos eléctricos: nada menos que 38% de la cuota de mercado mundial, según datos de junio de 2024.
La decisión llega en un momento de crecientes tensiones geopolíticas, donde la industria tecnológica y automotriz se encuentran en el centro del conflicto entre Occidente y China. Estados Unidos y otros países buscan frenar la expansión de las empresas chinas, percibidas como una amenaza estratégica, utilizando herramientas políticas y económicas.