Fue en el año 2013 cuando la impresión en 3D alcanzó su clímax. La impresión tridimensional es parte de un futuro que muchos de nosotros, nuestros padres o nuestros abuelos soñamos alguna vez.
Y aunque en ese futuro todavía no hay autos voladores ni ciudades establecidas en otros planetas, estamos a unos cuantos pasos de cristalizar mucho de aquello que soñamos alguna vez: Ya existen autos que se manejan solos, que se estacionando sin la ayuda del conductor y que incluso responden a nuestros órdenes verbales o nuestros gestos.
Parte de ese futuro es la impresión en 3D, mediante la cual ya se ha podido imprimir piel humana, prótesis óseas, incluso armas y hasta una motocicleta. Antes de proseguir es importante entender qué es la impresión en tercera dimensión.
Impresión 3D es el proceso técnico de fabricación de un modelo tridimensional físico, a partir de un archivo digital. Otra forma de describirlo podría ser: un proceso de fabricación por adición.
Si eres fan del cine y has visto Parque Jurásico 3, seguramente recordarás el pasaje donde por medio de una impresora en 3D se logra reproducir la cámara de resonancia de un velocirraptor.
Aunque existen procesos distintos de impresión en 3D, el más popular, debido a su practicidad, eficiencia y costo, es el de Modelado de Deposición Fundida (FDM, por sus siglas en inglés), que utiliza una técnica aditiva en la cual la impresora va fundiendo un filamento de plástico, madera o metal para formar un objeto.
Strati, el primer auto impreso en 3D
Más allá del cine, la impresión en tercera dimensión ha llegado al ámbito automotriz y ello no es algo reciente. Fue en el año 2014 cuando la empresa Local Motors presentó en el International Manufacturing Technology Show (IMTS) el primer automóvil impreso en tres dimensiones.
Se trató del Strati, un auto biplaza cuyo motor lo podría llevar hasta los 60 km por hora. La creación del auto tardó un promedio de 18 meses, desde el momento en que la compañía lanzó una convocatoria para que los diseñadores enviaran sus propuestas.
Strati fue creado utilizando la técnica Direct Digital Manufacturing (DDM) echando mano de un plástico de carbono reforzado. Los únicos elementos que no fueron impresos son la batería, el motor, el cableado y la suspensión.
Así como en diversos ámbitos, el mundo automotriz puede beneficiarse de la impresión en 3D, ya que una sola impresión en tercera dimensión es capaz de realizar infinidad de productos distintos. En la actualidad, la manufactura se realiza con máquinas específicas cuya función está limitada. Además, si el producto cambia, la máquina también debe readaptarse o sustituirse.
Además, la impresión en 3D supone mucha flexibilidad a la hora de realizar prototipos de productos, amén de que los costos son mucho menores. De igual forma, este proceso de manufactura podría brindar la posibilidad de crear refacciones y piezas para vehículos que ya no se encuentran en producción, como lo anunció Volkswagen hace algunos meses.
Pero no solo eso. En un futuro la impresión en tercera dimensión podría beneficiar a la industria automotriz al brindar la posibilidad de crear carrocerías completas, utilizando materiales mucho más amigables con el Medio Ambiente lo que podría disminuir costos y afectar positivamente al comprador final.
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