Es diciembre, estamos a unos cuantos días de festejar la Navidad y a estas alturas, muchos afortunados ya han recibido su aguinaldo, caja de ahorro, tanda, etc, etc. Entre todo este contingente de afortunados mexicanos se encuentran muchos que están en proceso de comprar o cambiar de auto.
Pagar por lo que deseamos obtener debería ser la realidad, pero muchos compradores no lo obtienen. En cuanto se ha disipado el entusiasmo inicial, no les queda más remedio que conformarse con una adquisición costosa que no satisface sus necesidades, e incluso, puede traducirse en un severo dolor de cabeza.
Son muchos los compradores para los que ese recorrido ritual no tiene objeto, se dan una vuelta de 15 minutos, charlando nerviosamente con el vendedor. Hay quienes incluso pasan por alto el recorrido. ¡Eso es algo que nunca debe hacerse!
Durante ese paseo de prueba debes hacer un examen riguroso bajo las condiciones que tú fijes. Al fin y al cabo, eres tú quien enfrentará en el vehículo el tráfico más intenso, viajará a bordo de él en vacaciones a algún lugar lejano o lo conducirá por carreteras desconocidas. Así pues, aprovecha con inteligencia ese tiempo de prueba del auto; te sugerimos una hora como mínimo. Adviérteselo por anticipado al vendedor.
He aquí una lista de puntos a considerar en el recorrido de prueba, para que valga la pena. Lleva un block de notas o una grabadora pequeña que pueda registrar los detalles que te gusten y los que te desagraden.
Antes de encender el motor
* Comodidad, accesibilidad y espacio
Si en la familia hay dos o tres personas que conducen, cada una debe sentarse al volante. Y si sueles llevar el vehículo con todos los asientos ocupados, llénalo de gente. ¿Están todos cómodos? ¿Se pueden colocar con facilidad los asientos para niños en la parte trasera? Y más importante: ¿soporta la suspensión ese peso sin sacrificar comodidad de manejo?
Piensa ahora en la comodidad. ¿Es fácil entrar y salir? ¿Tiendes a golpearte la rodilla en el tablero o se traba tu ropa con la palanca para mover el asiento? Revisa con cuidado el espacio que hay para la cabeza y las piernas. Si queda muy poco entre el techo y la cabeza, eso anuncia golpes al pasar baches y ya ves que en México ¡ni baches tenemos!
Revisa también los asientos. ¿Dan apoyo firme? ¿Se pueden ajustar a tu satisfacción? Asegúrate de que el reposacabezas te quede efectivamente a esa altura y no en la nuca. Si deseas un tapizado diferente del que tiene el auto que te interesa, examina en la agencia otro auto con ese diseño. Haz que todos los ocupantes se abrochen los cinturones de seguridad, para verificar que sean fáciles de usar y cómodos.
A continuación, revisa el espacio para llevar el equipaje. Muchos autos tienen guanteras reducidas, pero también hay algunos compartimientos muy cómodos en las portezuelas y entre los dos asientos delanteros o incluso debajo de ellos. Verifica que la cajuela sea amplia. Si con frecuencia llevas muchas cosas, debes cerciorarte de que resulte fácil la carga y la descarga.
* Controles e instrumentos
¿Cómo te sientes ante el volante? Un volante ajustable puede ser importante, incluso necesario, para ti. Los controles que usas con frecuencia deben estar dispuestos de manera muy accesible. Acciónalos todos. Prueba que los limpiaparabrisas funcionen suavemente y sin ruido, y que los chisgueteros rocíen el cristal de forma adecuada y que no empapen a los transeúntes y a los autos que van detrás de ti. No debe haber obstáculos que te impidan ver el velocímetro, el tacómetro, el indicador de combustible y los demás medidores.
Luego, acciona los controles de pie. ¿Hay suficiente distancia entre el pedal del acelerador y el del freno? Asegúrate de que puedas accionar el clutch sin que se te trabe el zapato con algo. Esto puede ser un problema en los interiores de hoy en día. La palanca de velocidades debe quedar muy a la mano. Si el vehículo es automático, que el selector de velocidades sea fácil de leer. Prueba las ventanillas y los descansos para el brazo.
Si te interesa mucho la música, prueba la unidad principal, que tenga las entradas USB y auxiliar a la mano y que en general todo se maneje fácilmente, esto es, que sea de operación amigable.
Al conducir el auto
No te comportes como si le hubieras pedido prestado el auto a un vecino quisquilloso; abusa un poco. El vehículo debe soportar el trato que quieras darle.
* Motor y transmisión
Que el motor funcione con suavidad y en silencio, y sin vibración excesiva ni zarandeos cuando no se acelere. Al arrancar, pon especial atención a los ruidos. ¿La transmisión cambia de velocidades suavemente y sin tronar? Pon a funcionar el sistema de aire acondicionado. ¿Disminuye la potencia? ¿Y qué sucede cuando sube una cuesta empinada? Si disminuye, tal vez prefieras un motor con más potencia.
Dirígete a la autopista donde puedas poner de verdad a prueba esa unidad. Llévate a algunos amigos, para apreciar en qué medida el peso adicional afecta el funcionamiento y la maniobrabilidad. Con motores de cuatro cilindros, la diferencia entre ir solo y llevar pasajeros suele ser enorme.
Pisa el acelerador hasta el fondo. ¿Titubea la máquina? En la mayoría de los autos, con ello se desarrolla la potencia suficiente para rebasar con seguridad, aunque el vehículo vaya lleno y el aire acondicionado esté funcionando.
Procura pasar por algunas subidas y bajadas, para probar todavía más la aceleración y los frenos. Nada tan desalentador como un auto nuevo que apenas sube resoplando la primera montaña, cuando tú y tu familia salen de vacaciones.
* Manejo y frenado
En un momento en que vayas a unos 70 km/h, avisa a tus pasajeros y pisa el freno a fondo. El auto debe detenerse en línea recta. La parte delantera no debe bajar demasiado, si bien esto es normal hasta cierto punto en los autos grandes, de lujo.
Cuando el tráfico a tu alrededor te lo permita, da vuelta en una esquina un poco más rápido de como lo harías normalmente. ¿Conservas el control? ¿Se inclina o patina demasiado el auto? ¿Podrías controlarlo en una emergencia?
Si estacionarte en lugares reducidos es cosa de todos los días, entonces la facilidad de manejo es importante. Practica la maniobra varias veces. ¿Y qué hay con el garaje de tu casa o del trabajo? ¿Es suficiente el espacio, a lo ancho o a lo alto, para que entre el auto? No adivines. Considera también la entrada: ¿es tan empinada que el tubo de escape o la defensa trasera la tocan al entrar?
* Visibilidad y ausencia de ruido
Para no correr riesgos al conducir, debes tener buena visibilidad en todas direcciones. ¿Hay obstrucciones en el auto, como grandes postes laterales o traseros, que te impidan ver al dar marcha hacia atrás? Si puedes, prueba el auto de noche. Aprecia la visibilidad del tablero de instrumentos, y asegúrate de que el resplandor no sea excesivo. También comprueba la eficiencia de los faros y de las luces interiores.
El silencio en el vehículo es importante. Un auto que parezca demasiado silencioso en el tráfico lento, puede convertirse en una pesadilla ensordecedora a 100 km/h por el ulular del viento. Y también puede contribuir al estruendo el motor ruidoso o el pavimento, si la carrocería no está bien aislada. Busca un camino accidentado, y deja que el auto hable por sí mismo. No debe haber golpeteo excesivo.
Después de conducir
* Ajuste y acabados
La apariencia del automóvil es un importante indicador de su estado general. Pasa la mano sobre la carrocería. ¿Está bien aplicada la pintura? ¿Tiene aspecto terso y reluciente? Fíjate si las molduras y los tableros ajustan firme y uniformemente. Las rendijas alrededor de las portezuelas cerradas deben estar parejas.
Casi toda la gente que compra un automóvil, tiene que evaluar precio, tamaño, apariencia, funcionamiento, economía y utilidad práctica. Puede darse el caso de sacrificar, por ejemplo, un poco de espacio interior por un diseño aerodinámico.
Determina las características que más te interesan. Y un consejo final: no importa cuán satisfactorio haya resultado el recorrido de prueba del vehículo; si el auto simplemente no te gusta o te convence por una característica que puede parecer insignificante, no lo compres. Recuerda que una mala decisión, a la larga, puede traducirse en muchos dolores de cabeza.
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