El objetivo de las asistencias a la conducción en los coches es el de reducir los riesgos de enfrentar un accidente, pues gracias a softwares y componentes que actúan bajo sus ordenes, el coche es capaz de frenar de emergencia con mayor eficacia, mantenernos dentro del carril, advertirnos de la presencia de otros vehículos en las vialidades, y la lista continúa.
Sin embargo, el ISA, o Asistente Inteligente de Velocidad, por sus siglas en inglés, será obligatorio en todos los coches que se vendan nuevos en Europa a partir de julio próximo. Esta tecnología de seguridad activa se sumará a otras que también serán obligatorias este año, así como a otras ya presentes, como el aviso acústico en caso de coches híbridos y eléctricos.
Si bien los automóviles de nueva homologación ya equipan este sistema desde el año pasado, será a partir del 7 de julio de 2024 que todos los coches nuevos que se vendan en Europa tendrán que equipar el ISA.
De acuerdo con el Reglamento de la UE 2021/1958, “el sistema de velocidad inteligente deberá incluir una función de información sobre el límite de velocidad y, o bien avisar de que se supera el límite de velocidad o bien una función de control de velocidad".
Esto significa que no siempre limitará automáticamente la velocidad a la de la carretera, ya que dependerá de cada marca integrar en sus coches uno u otro. La Unión Europea permite esta elección por parte del fabricante, lo que tiene sentido, ya que una es más cara y avanzada que otra. En un coche accesible lo encarecería demasiado.
El Asistente Inteligente de Velocidad está basado en un sistema que ha desarrollado TomTom. Por un lado, utiliza una cámara que lee las señales de tráfico, y por otro detecta la posición del coche por GPS para determinar a qué velocidad circula en ese punto y a partir de su base de datos.
Por otro lado, al valerse de una base de datos, la tecnología puede determinar el límite en una vialidad que no disponga de señales, aplicando el genérico, por ejemplo, 90 km/h en una carretera convencional.
Este sistema debe tener siempre una función obligatoria y luego optar por dos funciones, como señalamos anteriormente. Todas van determinadas con siglas y deben cumplir una serie de características que se recogen en el mencionado reglamento:
SLIF. La común a todos los ISA: informa al conductor del límite de velocidad de cada vía, ya sea con el icono de la señal de prohibido superar X velocidad o con una cifra del límite. Esto se mostrará al conductor en la instrumentación, el display multimedia (si llevamos activo el navegador) y/o en el Head-Up Display. Esta función se activará siempre que se supere el límite desde los 5 km/h.
SLWF. Meramente avisa al conductor de que se está superando el límite con una alerta tanto acústica como visual, aunque también podrá ser táctil sobre el acelerador (vibración o ligera resistencia al pisar). Cualquiera de estas alertas durará un máximo de 5 segundos o hasta que se reduzca la velocidad, y se activará transcurridos 1.5 segundos de haber superado el límite.
SCF. La función más completa e intrusiva del ISA, pues reduce la velocidad hasta adecuarla al límite. Para ello baja la potencia de propulsión y el torque del tren motriz, o incluso activa el freno si es necesario. Actuará como mínimo desde los 20 km/h, aunque puede hacerlo antes según lo regule el fabricante e igualmente se activa pasados los 1.5 segundos de circular por encima del límite.
La normativa que regula este sistema exige que el ISA siempre se pueda desconectar manualmente en cualquiera de sus funciones, excepto la que informa del límite: es decir la de aviso (SLWF) o la que limita automáticamente la velocidad (SCF). Esto es así porque el conductor debe tener el control por encima de la máquina, como es lógico.
No obstante, por default, el ISA estará activo cada vez que se arranque el coche, lo que obligará a desconectarlo si no queremos que actúe constantemente cada vez que superamos el límite. Y es que puede ser muy incómodo ya que opera según rebasamos el límite: por ejemplo, si circulamos a 31 km/h por una vía de 30 km/h.
Esta tecnología de asistencia activa se convertirá en obligatoria para mejorar la seguridad de los coches de manera proactiva y forma parte del programa europeo Visión Cero, el cual promete evitar hasta 25,000 muertes y 140,000 heridos graves en toda Europa en los próximos 18 años.
