Las 7 cosas que piensas cuando pasas por un bache
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Las 7 cosas que piensas cuando pasas por un bache

Estamos celebrando la Semana del Bache en Motorpasión México. Sí, del bache. Para aquellos amigos que nos leen fuera de nuestras fronteras, un “bache” en México es un hoyo, agujero, irregularidad del camino que tiene como objetivo desgastar poco a poco los elementos de la suspensión de nuestro auto.

En México abundan los baches, prácticamente se han convertido en parte de nuestra vida cotidiana. Podríamos asegurar que no hay automovilista que no se haya enfrentado, en alguna ocasión a un bache de pequeñas, regulares o grandes proporciones.

Pero ¿qué sucede cuándo por descuido, distracción o mala suerte caemos en un bache?

Pensamiento 1: las groserías

Esto es lo primero que sucede cuando pasas por un bache. Al más puro estilo mexicano, de tu boca emerge un florido ramillete de palabras altisonantes cuando sientes como “algo truena” en la suspensión al pasar por ese bache.

Y los improperios incluyen recordatorio de 10 de mayo para aquellos que, por su irresponsabilidad, han permitido que esa calle se convierta en una zona de desastre.

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Pensamiento 2: ¡mis rines!

Si tu auto equipa rines deportivos que adquiriste en alguna autoboutique o bien ejemplares de aleación de aluminio de 19 ó 20 pulgadas que tu poderoso bólido ya incluye de agencia, la primera frase que emerge de tu boca cuando pasas un bache es: “¡mis rines!”.

Este hecho nos lleva al tercer pensamiento que ocupa tu mente luego de que tu auto cayó en aquel agujero.

Pensamiento 3: ¡Apúrense, bola de tortugas!

Venías pensando en la inmortalidad del cangrejo, en por qué la selección mexicana nunca hace un buen papel en los mundiales o en las chorromil copas panboleras que se celebran durante todo el año; el caso es que de pronto ¡crack! Caíste en un bache que probablemente no fue tan grande, pero que para ti, sonó como si te hubieras ido al cráter del volcán Krakatoa con todo y coche.

Lo primero que piensas es: “¡mis rines!” Imaginas la peor escena, un rin doblado, fracturado o mutilado. Entonces, lo único que deseas que es todos los autos que van adelante se quiten lo más rápido posible para salir del tráfico, refugiarte en una calle solitaria, descender de tu auto y ver cuál fue el daño provocado por el tal por cual bache.

Pensamiento 4: ¡Mis llantas!

Si tu auto no cuenta con rines deportivos, lo primero que piensas luego de haber caído en un bache es el estado de salud de las llantas: ¿les habrá salido un chipote? ¿Una cortada? Lo único que deseas es llegar rápido a casa para checar minuciosamente el neumático, al tiempo que calculas en cuánto te saldrá el chistecito.

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Pensamiento 5: ¿Pasó a mayores?

¡Thump! ¡Crack! ¡Caíste en el bache! Retienes la respiración, comprimes el estómago, disminuyes la velocidad, sales del tráfico, bajas los cristales laterales y escuchas atentamente a la espera de descubrir algún ruido raro provocado por aquel cráter bache.

Pasas un tope, mueves la dirección y cuando descubres que todo aparentemente está bien, continúas tu camino, no sin antes recordarle toda su descendencia al bache.

Pensamiento 6: ¡Ese bache no estaba ahí!

Seguramente te ha pasado que circulas despreocupadamente cuando de pronto ¡zas! Caes en un bache. Entonces, ves a través del espejo y lo ves: profundo, carente de chapopote y asfalto. Casi parece reírse de ti, mientras te dice: “¡te agarré!”

Entonces, lo primero que te viene a la mente es. “pero si ese bache no estaba ahí”. Luego, caes en la cuenta de que no habías pasado por esa calle por un largo tiempo y que el paso de tráfico pesado dio origen a ese nuevo verdugo de las suspensiones automotrices.

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Pensamiento 7: ¿Cuándo van arreglar las calles de una vez por todas?

Ese es el pensamiento que ocupa nuestra mente, todas las semanas, todos los días, todas las horas que circulamos a bordo de nuestro auto y somos víctimas de los baches. ¿Sabes cuándo van a arreglar las calles? Probablemente nunca, porque los gobiernos han dejado crecer tanto el problema que en estos momentos costaría muchos millones de pesos dejar las calles como de primer mundo.

¿Sabías que al año se pierden aproximadamente más de 30 mil millones de pesos entre accidentes, reparaciones y pago de daños por la deficiencia en la movilidad tan sólo en la Ciudad de México?

El problema es que cada año, antes o después de la temporada de lluvias, las autoridades siempre hacen lo mismo: tapan los baches con chapopote y asfalto, parchan las calles pues. ¿Por qué? Porque esta es una solución más económica que levantar todo el pavimento y colocar concreto hudráulico, un material mucho más resistente. Además, el chapopote y el asfalto son dos elementos sumamente contaminantes que minan aún más el ya de por sí dañado Medio Ambiente de los grandes conglomerados citadinos de México.

El problema llega cuando, con las primeras lluvias, la filtración de agua a través de microgrietas en la carpeta asfáltica dan origen a renovados pozos sin fondo baches, sobre todo en vialidades muy transitadas.

Al problema de las lluvias se suman la inestabilidad del subsuelo, el tránsito pesado, el gran aforo vehicular y, claro, la indiferencia de las autoridades que poco hacen por solucionar este grave problema.

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