Bugatti es uno de los fabricantes más renombrados en todo el mundo y nadie podría negar ni por un segundo la enorme calidad de sus vehículos que combinan de manera insuperable los acabados de súper lujo, un diseño que traspasa fronteras y épocas y, desde luego, el rendimiento.
Bugatti inició su historia automotriz a principios del siglo XX, pero la Segunda Guerra Mundial, la muerte temprana de Jean Bugatti, hijo de Ettore, creador de la marca, a bordo de uno de sus autos y la consiguiente muerte del diseñador francés dieron como resultado que la marca desapareciera por muchos años.
No fue sino hasta los 90 que de la mano de un inversionista italiano la marca revivió con un nuevo modelo súper deportivo que marcó el rumbo para el fabricante hasta la actualidad. A continuación, tres de sus autos más representativos:
Bugatti EB110 Super Sport
Romano Artioli adquirió la marca a principios de los años noventa y la mudó a Italia, donde trabajó con un grupo de ingenieros para crear el Bugatti EB110, mismo que debía su nombre a las iniciales del creador de la marca (Ettore Bugatti) y a los 110 años que habría cumplido justo el día de la presentación de este vehículo.
El diseño de este modelo era, cuando menos, atemporal, no se parecía a nada que hubiéramos visto antes, pues montaba una carrocería monocasco con tomas de aire redondas justo detrás de las puertas, que alimentaban un motor V12 de 3.5 litros con cuatro turbos y sesenta válvulas, que daban como resultado 552 caballos de fuerza a 8,250 revoluciones por minuto.
La clave del éxito de este auto era la reducción de peso, pues el Bugatti EB110 Super Sport fue el primer modelo en portar una carrocería enteramente fabricada en fibra de carbono, que pesaba apenas 125 kilogramos, que se complementaba con tornillería de titanio y rines de magnesio para reducir al máximo el peso del modelo.
La firma francoitaliana construyó algunas ediciones especiales del vehículo, como los cuatro EB110 GT de 1992 y las dos unidades de competición con motores de 670 caballos de fuerza bajo la tapa posterior. En total solo se construyeron 96 unidades de este vehículo y aunque actualmente no hay un precio referencial para ellos, el año pasado se vendió una unidad por 2.03 millones de euros en una subasta.
Bugatti Veyron 16.4 Súper Sport
Tras la adquisición del Grupo VAG, la marca regresó a su clásico sitio de construcción, la antigua planta de ensamblaje de Molsheim, Francia, donde Ettore Bugatti construyó grandes obras de la ingeniería como el Type 57 SC Atlantic.
La idea de la marca era concreta: construir un vehículo que fuera capaz de romper la barrera de los 400 km/h. Tras mucho trabajo, los diseñadores del motor quisieron adoptar la idea de su antecesor, el EB110 y crear un motor sobrealimentado que produjera la potencia suficiente para lograr la proeza, fue así como llegaron a trabajar en el motor que finalmente montaría este auto, un W16 de 8.0 litros con cuatro turbos que entregaba 1001 hp y 1,106 lb-pie de torque que se transferían a las cuatro ruedas a través de una caja secuencial de ocho relaciones.
Con este motor el Bugatti Veyron 16.4 logró establecer en 2005 un récord de la velocidad de 407 km/h, convirtiéndose en el auto de producción más rápido del mundo, título que recuperaría algunos años después, en 2010, cuando lanzó la versión Super Sport de este modelo que alcanzó los 431 km/h.
El modelo estuvo en venta desde 2005 y hasta 2015, años en los cuales se fabricaron en total 450 unidades, incluyendo las versiones especiales como el Súper Sport.
Bugatti Chiron
En 2016, Bugatti presentó al reemplazo del Veyron, el Chiron, un modelo de aspecto similar al de su antecesor, pero con un toque de agresividad mucho más notable y elementos modernos como faros con tecnología DRL, mejoras en el chasis, el bastidor y la carrocería, mayor eficiencia aerodinámica y muchos otros aspectos nuevos que se pusieron a merced de los compradores.
La fórmula de motor era la misma que en el Veyron, un motor W16 de 8 litros con cuatro turbos, que gracias a los avances en la ingeniería esta vez entregaba 1,480 hp y 1,180 lb-pie de torque, que le permitían acelerar de 0 a 100 km/h en 2.4 segundos, de 0 a 200 en 6.1 segundos y alcanzar los 300 km/h en apenas 13.1 segundos. Estaba diseñado para convertirse en el modelo de producción más rápido del mundo, pero un error de diseño en sus neumáticos obligó a limitar la velocidad máxima a tan solo 420 km/h, el sucesor de aquel auto sería el Bugatti Chiron Super Sport 300+, que se convirtió en el primer modelo de producción en superar la barrera de las 300 millas por horas (484 km/h) marcando una velocidad máxima de 304.77 millas por hora, es decir 490.4 km/h.
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