¿Recuerdas los primeros celulares, a los que podías extraerles la batería y reemplazarlas por una nueva? Es una característica que quizá hoy extrañamos en los teléfonos modernos… y en los coches eléctricos. Ahora que el ciclo de vida de los primeros autos eléctricos comienza su fin, su principal componente demuestra ser también su mayor debilidad: reparar la batería puede salir más caro de que lo que costó el coche nuevo.
Basta una simple búsqueda en Google para encontrar decenas de casos en los que propietarios de autos eléctricos se quejan del disparatado costo de reparación o reemplazo de la batería. Está, por ejemplo, el caso de un Tesla Model S, cuyo dueño tenía que desembolsar 22,500 dólares (383,677 pesos al cambio actual) para reparar su batería directamente con la marca. Un taller independiente le ofreció una alternativa más costeable, pero no por ello accesible: 5,000 dólares (85,261 pesos).
El caso que hoy clava una bandera roja en los primeros vehículos eléctricos viene por cuenta del BMW i3, que fue uno de los modelos pioneros en este campo. Teniendo en cuenta que rueda por las calles desde 2013, las primeras unidades ya no cuentan con garantía en la batería. La falla de una celda de un i3 2015 detonó una factura de 71,208.27 dólares (1,214,170 pesos), una cifra muy por encima de lo que costó el coche cuando era nuevo.
Este caso, como el de muchos otros vehículos eléctricos, pone en evidencia el ineficiente diseño de las baterías: si una celda falla, en ocasiones requiere el reemplazo total de la batería al no poder reparar cada celda o módulo de forma individual. Arreglarlo es tan costoso, que incluso algunas aseguradoras declaran pérdida total antes de intentar llevar el coche a reparación.
La primera década que ha transcurrido desde el lanzamiento al mercado de los primeros vehículos eléctricos ha servido de experiencia a algunas marcas, cuyo diseño de baterías ahora es más eficiente. Los paquetes se agrupan por módulos; si uno falla, es más sencillo y barato repararlo de forma individual.
La mayoría de las marcas ofrecen una garantía en torno a 8 años para la batería de sus autos eléctricos. Transcurrido ese plazo, la vida útil al 100% comienza a deteriorarse. No significa que al cabo de 8 años el coche eléctrico sea inútil, simplemente irá perdiendo gradualmente velocidad de carga y autonomía. El riesgo en realidad es que, en caso de alguna avería, no haya una garantía que evite desembolsar grandes cantidades de dinero.
Una de las grandes preocupaciones sobre el final de vida de los autos eléctricos es el reciclaje de la batería. Algunas marcas las llevan de vuelta a sus fábricas y les dan un segundo ciclo de vida para almacenar energía en sus instalaciones; otras, como la propia BMW, ya tienen todo un programa de economía circular para reducir al mínimo los desperdicios y las emisiones, y hacer más eficientes los costos.