Las consecuencias de los motores diésel trucados de Volkswagen, a casi año y medio del escándalo, aún continúan dando de qué hablar. Además del anuncio de una multa histórica para cualquier fabricante de autos —4,300 millones de dólares—, la firma alemana ahora se enfrenta a un nuevo problema: sus directivos no pueden pisar territorio estadounidense. Ni siquiera cruzar las fronteras alemanas.
Estados Unidos está buscando la forma de aprehender a los cinco ejecutivos implicados, y ya ha logrado llevar a uno a la corte. Oliver Schmidt, quien fue Director de la Oficina de Cumplimiento de Normativas de Volkswagen América, fue detenido por el FBI a principios de este mes cuando vacacionaba en Florida.
De acuerdo con Bloomberg, Estados Unidos podría buscar el apoyo de la Interpol para arrestar a los demás implicados: Heinz-Jakob Neusser, encargado del desarrollo de motores; Jens Hedler, quien ocupó el mismo puesto antes de Neusser; Richard Dorenkamp, Jefe de Desarrollo de motores diésel; Bernd Gottewis y Juergen Peter, Supervisores de Gestión de Calidad. Sin embargo, según apunta el mismo medio, Alemania no aprueba la extradición de sus ciudadanos en dichos casos.
Por lo tanto, hasta que la situación no se aclare, los ejecutivos sólo se mantendrán a salvo del Departamento de Justicia de Estados Unidos dentro de Alemania. Si cruzan la frontera, así no sea para viajar a Estados Unidos, existe el riesgo de que sean extraditados por el país que visiten, como ha sucedido en otros casos.
Como puedes imaginar, no poder salir del país implica todo un reto para ejecutivos como los de Volkswagen, que tienen negocios a lo largo y ancho del planeta. Al Auto Show de Detroit, por ejemplo, sólo viajó Herbert Diess, Presidente de Volkswagen Turismos, porque se incorporó a la marca apenas dos meses antes del Dieselgate.
