El mercado automotriz hoy día en México es, probablemente de los que ofrece una de las ofertas y variedad más amplia en América; una extensa variedad de tratados comerciales y una ubicación geográfica estratégica, otorgan al a esta industria en México cualidades únicas.
Pero hubo un día que no fue así. Hace 40 años aproximadamente el máximo lujo al que podías aspirar en un auto era aire acondicionado, dirección hidráulica, llantas radiales y radio AM-FM, un reproductor de cintas era un exceso de ostentación.
Vecinos de los Estados Unidos, cualquiera hubiera pensado que el dominio estadounidense del mercado sería total, pero debido a la economía de aquellos años los automóviles que marcaron una época estaban lejos de los Cadillac o Lincoln. En México los modelos que obtenían suspiros de automovilista potencial fueron algunos subcompactos muy distintos entre sí.
Vamos con ellos:
Volkswagen Sedán
Para 1970, y con menos de 20 años en México, Volkswagen marcaría un hito en la historia de la industria automotriz en México. Esta década sirvió como marco para el consumo masivo del Volkswagen Sedan (Beetle) hasta convertirlo en el auto del pueblo, tal vez más, incluso que en Alemania: El Volkswagen Sedan había llegado para quedarse.
El éxito del Escarabajo se extendió a lo largo de más de 48 años y durante este tiempo experimento pequeños cambios en su estética y mecánica, el más notable sin duda el cambio de plantas de poder que pasó del 1,200 cc al 1,500 cc, e incluso al 1,600 cc.
Los clientes del Vocho dieron al pequeño escarabajo usos muy variados, éstos iban desde el de auto personal, familiar, de servicio público, turístico e incluso policiaco.
Básico, incómodo y carente de cualquier equipo de lujo, el Sedán era apreciado más por su confiabilidad y bajo costo de mantenimiento que incluso por su genética Porsche.
Datsun 510
A principios de la década de los 70, Datsun lanzó en México uno de sus modelos icónicos y que le hizo una de las marcas favoritas del consumidor mexicano; el 510 (Bluebird), lo más cercano a un BMW 2-3 que podías obtener en aquellos años directamente de un concesionario en México ya que hay que señalar que en aquel entonces las fronteras estaban cerradas al comercio y obtener un BMW de agencia era prácticamente imposible.
El Datsun 510 sentó las bases de los sedanes compactos de Datsun/Nissan que hoy tienen sus herederos en los Sentra. Pues bien, el 510 era infinitamente superior a cualquier compacto de la época en prestaciones comodidad y equipamiento y presumía de un diseño dinámico muy bien logrado; compacto, solido e inclinado al frente donde cuatro unidades selladas le otorgaban personalidad europea.
Si el Sedán era bien parecido, el dos puertas es un verdadero clásico. Con todas las cualidades del sedán pero con un perfil más agresivo y una disponibilidad limitada el coupe fue un éxito que durante muchos año intento replicar Datsun sin éxito.
Renault 8
Con genética Alfa-Romeo, y como sucesor del Dauphine, el Renault 8 se convirtió rápidamente en un favorito de los amantes del deporte motor.
Ecléctico como cualquier Renault, el 8 era único en varios sentidos: Montaba un motor trasero enfriado por agua que enviaba su potencia a las ruedas posteriores, su perfil de líneas verticales, sobrias y elegantes no era especialmente emotivo o pasional sin embargo había rasgos que lo hacían visualmente único.
El motor montado en la parte trasera le otorgaba la posibilidad de tener un cofre de imagen singular con una configuración en “V” al frente. Sus dobles faros en los modelos más recientes le daban un aire de vehículo de rally. Los modelos Gordini eran verdaderos tesoros para los aficionados de la marca.
Al interior poseían una disposición de relojes y radio diferente a los visto en América y Asia por lo que era especialmente atractivos. Podías odiarlo o amarlo, pero te puedo asegurar que de ninguna manera te podría ser indiferente.
Su manejo, como todo Renault, era muy delicado para los caminos de México, pero la influencia italiana le otorgaba espíritu. Desafortunadamente, en aquellos años no cualquiera podía reparar un Renault por lo que tanto mano de obra como partes de repuesto eran poco accesibles considerando que se trataba de un compacto.
Hoy día fuera de algún amante de la marca y de modelos de colección es muy extraño poder observar un 8, que en su momento fue sinónimo de entusiastas amateurs del deporte motor.
Cada uno de estos compactos, a su manera, creó una generación de seguidores fieles a su respectiva marca y que hoy nos hacen soñar con tiempos en los que el valor de un auto no consistía en su costo sino en las cosas que era capaz de hacer y las emociones que podía inspirar en su propietario.
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