Reproducir tu álbum favorito en Spotify o poner el CD. Preguntarle la receta a tu mamá o buscarla en YouTube. Oprimir el interruptor o pedirle a Alexa que encienda la luz. Vivimos en tiempos donde el pasado y el futuro todavía conviven de manera tan ordinaria, que no nos damos cuenta de la era de transformación que estamos experimentando. Llevémoslo al mundo de los autos: si te diera a elegir entre el rugir de un V10 y emoción de un motor eléctrico, ¿qué escogerías? Probablemente lo tengas claro. Piensa bien tu respuesta. La mía cambió después de lo que estoy por contarte.
Audi es una marca que nunca se ha tomado los deportivos a la ligera. Podemos pensar en el icónico Quattro, en el carismático TT o en el mismísimo R8. Cada uno va sazonado a su manera, y en mi última visita a Alemania pude experimentar el contraste —y las similitudes, porque las hay— entre un Audi R8 V10 y un Audi RS e-tron GT.
¿En qué momento esto se volvió nostálgico?
El Audi R8 lleva varios años entre nosotros, aunque tampoco tantos. No tengo ni 30 años, pero aún recuerdo el nacimiento de este modelo e incluso haber tenido pósters de este auto pegados en mi recámara cuando era adolescente. ¿En qué momento un Audi R8 se volvió sinónimo de nostalgia? Será que me estoy haciendo viejo o que los tiempos evolucionan a paso acelerado, pero mi última experiencia con este icónico deportivo tuvo un sabor especial. Me supo a "puede que no lo vuelvas a experimentar nunca más".
En tiempos donde no parece haber lugar más que para vehículos eléctricos, hablar de motores V10 suena a fantasía. Probablemente me sobren dedos al contar los autos que todavía llevan este tipo de motores. El Audi R8 es uno de ellos, y tiene los días contados.
Cuando recibí las llaves del R8 y carta abierta para divertirme en pista, el petrolhead que vive en mí saboreó cada momento como cuando te llevas la última cucharada del postre a la boca. Sabes que después de eso no hay más. Enciendo el motor, doy un ligero acelerón en P para escuchar el suculento rugido de sus diez cilindros, acomodo el asiento y... ¡vámonos!
El Audi R8 V10 tiene la gracia de ser tan dócil o tan rabioso como tú quieras. Es un auto explosivo que sigue el camino que trazas en tu mente como si se tratara de los rieles de un tren, o bien, que se desliza y te exige manos diestras para controlarlo. Todo depende de tu habilidad y de la cantidad de asistentes electrónicos que tengas encendidos.
Lo delicioso de este auto está en su forma de acelerar. Sales de una curva bien pegadito al asfalto, y al mínimo roce del acelerador, la transmisión no tendrá compasión y llevará al V10 a su máxima capacidad. ¿Qué significa? Que tendremos unos 620 hp y 427 lb-pie para salir catapultados al son de un rugido que hasta a Greta Thunberg le erizaría la piel. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.
Una, dos, tres, cuatro y perdí la cuenta de las vueltas. Manejar un Audi R8 V10 es adictivo. Cómo se adhiere al asfalto, cómo te transmite tanto al volante y, sobre todo, cómo suena. Pero la experiencia debe continuar, esta vez con un Audi RS e-tron GT que es... lo mismo, pero totalmente diferente. Y cuando se trata de deportivos, esa es mi paradoja favorita.
Un nuevo tipo de emoción al volante
Un buen amigo me compartió un meme de autos el otro día. Decía que comparar la aceleración de 0 a 100 km/h de un Tesla con la de un verdadero auto de alto desempeño es como comparar un microondas con un asador. Puede que cocine más rápido, pero nadie ha deseado jamás una hamburguesa de microondas.
Mi cabeza hizo algo así -----> 🤯 porque me parece una analogía maravillosa y, a su vez, un terrible prejuicio hacia el futuro que, nos opongamos o no, terminará llegando: los deportivos del futuro —y poco a poco desde hoy— serán completamente eléctricos.
Si lo delicioso del Audi R8 es lo escandaloso de su V10 y lo progresiva de su aceleración, ¿cómo es posible disfrutar la súbita respuesta del silencioso motor eléctrico de un Audi RS e-tron GT? Fácil: porque no es un Tesla.
Si se tratara sólo de aceleración de 0 a 100 km/h, los deportivos eléctricos tienen una clara ventaja, pero también un terrible vacío. Su respuesta es tan instantánea que emociona como la caída de una montaña rusa, pero con ausencia total de sonido; dicho de otro modo, despiertan mariposas en el estómago, pero no erizan la piel. La gracia del Audi RS e-tron GT es que no sólo es un coche de aceleración cardíaca, sino también un auto con una genuina puesta a punto deportiva.
Confieso que las primeras vueltas que di a bordo de este auto en pista fueron mesuradas. En mi mente tan técnica pensaba que, por ser eléctrico, el peso le jugaría totalmente en contra al trazar curvas rápidas y que probablemente es un auto rápido en línea recta, pero no tan diestro en circuito.
Me calló la boca. De algún modo, los ingenieros de Audi lograron disimular por completo el peso del auto. El RS e-tron GT traza curvas con la misma destreza que un R8. Se apoya correctamente y apunta a la perfección hacia donde quieres dirigirte, y al ser eléctrico, sales con toda rapidez de curvas. No hay motor que revolucionar, sólo un acelerador que medir. Todo el tiempo tienes a tu merced esos 590 hp (636 hp con el Boost activo) y 612 lb-pie.
¿Me faltó el sonido del R8? Sí. ¿Me faltó la emoción? No. La respuesta de sus motores eléctricos es tan súbita, que en todo momento obliga a estar atento. Es un deportivo sumamente divertido y que puede resultar tan eficaz como un Audi R8, pero con una experiencia diferente.
¿Con cuál me quedo?
Al principio te planteaba la pregunta de qué escogerías entre un V10 y un deportivo eléctrico, e insinué que probablemente lo tenías claro, porque aunque no te conozco, te conozco, y sé que si pasas a menudo por aquí, eres fanático de los motores de diez cilindros. Yo también.
En principio, sólo me emocionaba manejar el Audi R8 V10, no sólo por el desempeño del motor, sino por lo que representa la oportunidad de conducir un motor en peligro de extinción. El RS e-tron GT simplemente era la guarnición de la experiencia... y vaya error.
Tras haberlos conducido, corrijo mi respuesta: no elijo sólo al R8, me llevo también al RS e-tron GT. Entendí que no es la guarnición; es un platillo en sí mismo, sólo que es diferente. Si el R8 es el plato fuerte, el RS e-tron GT es el postre —o viceversa, decídelo tú—. Uno dulce, otro salado, pero ambos deliciosos.