Demás está decir que los asientos del auto son accesorios de suma importancia y por tal razón son los que más cambios han sufrido desde que el primer auto a vapor recorrió penosamente las calles del mundo a principios del Siglo XX.
Hoy en día, los asientos incluyen tecnologías complejas, así como infinidad de espumas, tejidos y estructuras que garantizan confort y seguridad. Y para lograr eso, cada ejemplar es sometido a intensas pruebas que incluyen hasta 10,000 abatimientos y test extremos de menos 30 a 80 grados para asegurar su resistencia.
Y en este tenor no hay recetas mágicas: detrás de cada asiento hay un intenso trabajo que inmiscuye a muchas personas quienes tienen a su cargo diversos aspectos, desde la elección del tipo de espuma, tejido, estructura, e incluso, puntadas, hasta las exhaustivas pruebas que garantizan su funcionalidad y resistencia.
Antes de salir al mercado, cada asiento es verificado y probado a conciencia en los diferentes ensayos que realizan los ingenieros. Una de ellos incluye un test donde los asientos se prueban a temperaturas desde menos 30 bajo cero hasta 80 grados centígrados.
La idea es demostrar que los asientos pueden aguantar las más insospechadas condiciones extremas. Una máquina que reproduce la entrada y salida de una persona sin cesar y el abatimiento de un asiento hasta 10 mil veces son algunas de las muchas pruebas que se realizan.
Uno de los aspectos más importantes es el relacionado a las pruebas que verifican que el asiento es cómodo y funcional, ya sea en carretera, pista o en ciudad. Para ello, los ingenieros de cada marca checan los asientos en condiciones muy cercanas a las de la vida real y eso incluye verificar el correcto funcionamiento de sus accesorios, como por ejemplo las cabeceras.
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