Pocas marcas se toman tan en serio su imagen como Ferrari. Los italianos tenían que ser muy cautelosos para entrar al mundo de los SUV, sin perder su sello deportivo ni el sabor a exclusividad. Sin caer en clichés. El resultado de esa movida milimétricamente calculada es el Ferrari Purosangue, cuyas intenciones no son en las que estás pensando.
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La mayoría de las marcas de ultra alta gama apuestan por un SUV en busca de volumen y rentabilidad. Desde luego que Ferrari creó el Purosangue con la intención de convertirlo en un éxito, pero su objetivo no es ser un superventas ni disparar el volumen de producción de la marca —como sucedió con el Lamborghini Urus—, sino atender a esos clientes que pedían un SUV ultradeportivo. Ferrari les concedió el deseo, pero bajo sus propias condiciones.
¿Qué condiciones? En primer lugar, no es un SUV para cualquiera, sino para clientes selectos y con un volumen de producción tan limitado, que no representará más del 20% de las ventas. En segundo, debía ser un modelo fiel a los principios de la casa: impulsado por un V12 y desarrollado con el alto desempeño como prioridad.
Primero deportivo, luego SUV
El Ferrari Purosangue se abre paso entre los deportivos más especiales de la marca a través de un motor atmosférico de 12 cilindros y 6.5 litros, capaz de desarrollar 725 hp y 528 lb-pie, y colocado en posición central delantera —a diferencia de otros SUV de alto desempeño con motor delantero—, dando como resultado una distribución de peso casi perfecta: 49:51%.
Lo espectacular de este motor está, en primer lugar, en su capacidad de desarrollar el 80% del par a tan solo 2,100 rpm y girar hasta a 8,250 rpm; en segundo, su delicioso sonido, que se puede ajustar al entorno mediante el tradicional Manettino.
La transmisión, por su parte, es automática de doble embrague y ocho cambios, programada del mismo modo que en el SF90 Stradale y el 296 GTB. La caja busca explotar el máximo desempeño del motor, pero deja la octava marcha para una experiencia de manejo más relajada.
La potencia importa y un V12 siempre nos hará sonreír, pero para merecerse un lugar en la gama Ferrari, el Purosangue tuvo que pasar por distintas pruebas dinámicas, que van más allá de un simple sprint. El chasis fue meticulosamente desarrollado para cumplir con las exigencias de manejo en circuito.
La historia comienza desde la construcción del chasís y los materiales de la carrocería. Respecto a los anteriores Ferrari de cuatro plazas, el Purosangue aumenta un 30% su rigidez torsional. La carrocería utiliza acero de alta resistencia en zonas clave, y mantiene a raya el peso a través de aluminio y fibra de carbono. El techo, por ejemplo, es de este material.
A una buena arquitectura se suma un hardware de altísimo desempeño, desde dirección en las cuatro ruedas y el sistema ABS evo —codiseñado con Bosch— del 296 GTB, hasta un nuevo programa llamado Ferrari Active Suspension Technology, que combina un motor eléctrico con un amortiguador hidráulico para limitar más eficazmente el balanceo de la carrocería y lograr mejores pasos por curva, a la vez de absorber mejor las irregularidades del camino.
El Purosangue es el primer cuatro puertas en la historia de Ferrari
La trayectoria de Ferrari ha visto pasar monoplazas, biplazas y hasta modelos para cuatro pasajeros, pero nunca antes se había lanzado un modelo de cuatro puertas. El Purosangue se convierte en el primero, y lo hace al puro estilo de Maranello, que aun respetando el estilo de un SUV, claramente se identifica como un Ferrari: frente largo, carrocería meticulosamente esculpida, apariencia musculosa y múltiples entradas y salidas de aire que no están ahí por azar.
El Ferrari Purosangue mide 4,973 mm de largo, más de 2 metros de ancho, pero tiene una altura de tan solo 1,589 mm, dando como resultado un SUV de aspecto plenamente deportivo, y que desde ciertos ángulos recuerda más a un fastback, que a un SUV.
Como era de esperarse, hay un altísimo grado de personalización, tanto en aspectos técnicos, como en apariencia e interiores. Como dato curioso, el Purosangue es el primer Ferrari al que se le puede personalizar el techo; se puede optar por uno de cristal electrocrómico o el de fibra de carbono incluido de serie.
Una cabina lujosa y deportiva a partes iguales
Lo que encontramos a bordo del Ferrari Purosangue es una curiosa mezcla entre refinamiento, lujo y deportividad. Por un lado, la posición de manejo está inspirada en la del SF90, lo cual dice mucho del carácter de este SUV; por el otro, una cabina desarrollada bajo un concepto muy peculiar: cada uno de los cuatro asientos tiene una atmósfera independiente, tanto por el diseño del tablero y de las consolas, como por la cantidad de ajustes individuales.
Al centro encontraremos una pantalla de 10.2", que por primera vez en Ferrari es compatible con Android Auto y Apple CarPlay. A lo largo y ancho de la cabina encontraremos cargadores inalámbricos, portavasos de doble cristal, purificador de aire, asientos delanteros con función de masaje, sonido Burmester 3D, entre otros.
Los materiales —sobra decir— son de primer nivel, pero ahora con un enfoque mucho más ecofriendly. El 85% de la tapicería se produjo de forma sostenible, con poliéster reciclado como material clave para el forro del techo y la Alcántara. Hay múltiples tonos de tapicería para elegir.
A la venta en 2023
Ferrari está ultimando los detalles para comenzar con las entregas del Purosangue. Los precios serán dados a conocer más adelante, pero para tener noción de su lugar en la gama, este SUV se colocará muy cerca de los demás modelos V12 de la casa, aunque con un enfoque intermedio entre conducción relajada y pasional.