Aunque no lo creas, los autos voladores no son algo nuevo, es un sueño que nació hace más de 100 años
Terrafugia…Uber…son varios los fabricantes que están planeando lanzar sus autos voladores en meses próximos y aunque ninguno de ellos ha comenzado a hacer pruebas reales o ha anunciado un producto final con precio y características definitivas, la idea está ahí y probablemente algún día se cristalice.
Lo que pocos saben es que los coches voladores no son algo nuevo, la idea data de principios del siglo pasado, concretamente de 1904, cuando el genial Julio Verne, en su obra “Dueño del Mundo”, describe un coche-barco-avión llamado Terror que “se lanza al aire con una velocidad superior a la que alcanzan las aves”.
Tiempo después, por ahí de 1917, Glenn Curtis, quien es considerado el padre del auto volador presenta en la Exposición Panamericana de Aeronáutica celebrada en Nueva York el Autoplane Modelo 11, que aunque nunca consiguió emprender el vuelo sentó las bases para lo que llegaría después.
De hecho, en la década de 1920, en la oficina de marcas y patentes de Estados Unidos ya había registradas al menos ochenta patentes para diferentes clases de coches voladores. Algunas de estas ideas no pasaron de ser solo eso, pero otras llegaron a la etapa de pruebas.
En 1921, el Tampier Roadable se presenta en el Salón del Aire, de París y posteriormente logra la hazaña de realizar un recorrido de dos horas sobre la Ciudad Luz.
Henry Ford entra en el juego
Uno de los padres de la automoción, Henry Ford creó un singular vehículo llamado “Sky Flvver” que era básicamente un avión de un solo asiento que comenzó a hacer sus pruebas en 1926, pero que tuvo que ser abandonado casi de inmediato cuando en uno de sus cortos vuelos, terminó estrellándose, accidente que le costó la vida al piloto.
Sin embargo, el primer “coche volador” llegaría nueve años después, cuando en 1937 Waldo Waterman y Glenn Curtis se asocian para crear el “Arrowbile”, que realizó su primer vuelo ese mismo año.
Este enorme artefacto que medía 6.25 metros de longitud y poseía unas enormes alas de 11 metros envergadura podía volar a una velocidad de hasta 180 km/h y desplazarse por tierra a 90 km/h. ¿Quieres escuchar la parte más increíble de esto? El “Arrowbile” aún existe y es totalmente funcional.
En 1947, cuando el mundo se estaba recuperando del desastre de la Segunda Guerra Mundial, Henry Dreyfuss presenta el ConvAirCar, un coche con carrocería de fibra de vidrio, alas y un motor en la parte superior. Una idea brillante que lamentablemente no llegó muy lejos dado que se estrelló estrepitosamente en su vuelo inaugural.
En 1953, Leland Bryan, quien era diseñador de Buick presenta el Autoplane, un vehículo equipado con un motor trasero que alcanzaba los 105 km/h. Bryan continuó experimentando con su vehículo hasta que en 1974 encontró la muerte al estrellarse en una versión modificada de su Autoplane. Un año antes, Henry Smolinski también tuvo un trágico final cuando se estrelló a bordo de su auto volador: un Ford Pinto equipado con las alas de una avioneta Cessna.
Siguen los intentos, hasta nuestros días
Los experimentos con los autos voladores continuaron por los siguientes años, con el Maverick, un curioso buggy con alas que realmente voló y que según se sabe, sigue activo hoy en día.
En tiempos más recientes, concretamente en el 2011, hizo su aparición el M400X, creado por Paul Moller, uno de los creativos que ha estado diseñando coches voladores por más de cuatro décadas. Lamentablemente este vehículo tampoco pudo levantan el vuelo.
Pero ¿realmente llegaremos a ver algún día autos voladores surcar los aires? Es muy probable, dado los grandes avances tecnológicos que se están dando en tiempos recientes.
La cuestión es que para llegar al día en que cualquier mortal pueda entrar a una agencia, comprar un auto volador y elevarse por los aires, primero tendremos que pasar por muchísimas cosas: regulaciones, permisos, infraestructura, conciencia civil y vial, responsabilidad, capacitación, tecnología completamente segura a prueba de "errores humanos", etc.
Y es que, a final de cuentas, no es lo mismo estrellarse a nivel de piso que surcando los aires ¿verdad?
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