Manejamos el nuevo Chevrolet Cruze, ahora extrañamos un poquito menos al Astra
"¿Y si cruzamos México de extremo a extremo con la nueva generación del Chevrolet Cruze?", se plantearon en el cuartel general de General Motors en nuestro país, mientras jugaban en sus manos con las llaves de algunos Cruze azules, todavía sin saber muy bien qué hacer con ellos. Un ojo en el mapa, un par de llamadas telefónicas, unos cuantos correos y... ¡listo! Se arma el #RoadTripCruze, con nosotros al volante en el trayecto de Veracruz a Villahermosa.
Durante el vuelo, de la Ciudad de México a Veracruz, pasaba en lo mucho que se me antojaba probar el nuevo motor turbo. Apenas aterrizamos y pusimos un pie fuera del Aeropuerto de Veracruz, todas esas ganas de probar el motor, se convirtieron en ganas de poner a prueba el aire acondicionado. ¡Qué calor! Abro la puerta trasera de uno de los Cruze, abrocho el cinturón de seguridad y... bueno, me quedé con las ganas de ventilación para los asientos traseros. Es muy pronto para juzgarlo; esperemos a manejarlo.
¿Eres capaz de encontrar al Opel que se esconde en este Cruze?
Una variante hatchback —que, de momento, está descartada para México—, un producto mucho más maduro y un motor turbo cuyos números nos sonaban familiares. Me resultó inevitable pensar que, en sus entrañas, hay un poquito del Opel Astra en la nueva generación del Chevrolet Cruze. Al menos eso me gustaba imaginar.
La jornada de manejo comenzó desde muy temprano, con el Puerto de Veracruz como primer testigo. No pude desaprovechar la oportunidad de tomarle algunas fotos en el malecón, ni de tomarme unos minutos para apreciar su nuevo rostro. Parece un auto diseñado para gustarle a todos, pero sin recurrir a trazos simples. A diferencia de la generación pasada, Chevrolet ahora sí arriesgó mucho a nivel diseño. El resultado es un sedán de apariencia atlética y agresiva, con los detalles justos de cromo y líneas que permanecerán vigentes por unos buenos años. Por cierto, qué bien le sienta este tono de azul.
La calidad general es muy buena. Los detalles en piel de color contrastante (hay tres opciones) en el tablero están muy bien logrados.
Terminado el breve shooting, nos subimos en el Cruze que nos acompañaría hasta Villahermosa. Abrocho el cinturón, por ahora desde el asiento del copiloto, y comenzamos el viaje. Los primeros kilómetros los recorrió nuestro colega Gabo Salazar, de AutoDinámico, lo que me dio la oportunidad de probar el Cruze como pasajero.
Aquella primera sensación de estar ante un Astra disfrazado de Cruze, se intensificó al mirar los mandos. La estrategia global de General Motors se hace notar en el habitáculo, donde el tablero en forma de V, la disposición de la pantalla táctil de ocho pulgadas y el diseño de las salidas del aire acondicionado y del cuadro de instrumentos me supieron mucho a Opel. No es queja, al contrario.
En general, el equipamiento de la versión más equipada es bastante completo. Por el lado de tecnología, tenemos el sistema MyLink compatible con CarPlay —y Android Auto, excepto en la versión Premier—, sonido Bose, cargador inalámbrico para smartphones y un cuadro de instrumentos con pantalla personalizable. El resto se puede resumir en equipo eléctrico, clima automático de una zona, quemacocos y control de velocidad crucero.
¡Cambio de conductor! Momento de ponerle las manos encima al Chevrolet Cruze 2016
Hasta ahora, desde el asiento del copiloto, percibía al Chevrolet Cruze como un auto muy cómodo a nivel amortiguación, muy estable... pero no se puede juzgar el comportamiento de ningún auto desde el asiento derecho —Reino Unido es tema aparte—, así que llega la hora de cambiar de conductor.
Hicimos una parada para comprar refrescos y cargar gasolina. Después de la breve pausa, me acomodo al volante, oprimo el botón de encendido y me uno a la caravana. Lo primero que sorprende es la respuesta del motor. Justo como lo anticipaba, responde rápido, recupera con facilidad y hay suficiente torque incluso desde la parte baja del tacómetro; dicho en otras palabras, es un turbo que no entiende la palabra lag.
La transmisión realiza bien su trabajo, está escalonada adecuadamente para ofrecer un balance entre velocidad y rendimiento de combustible. Eso sí, para tratarse de un motor de 1.4 litros de 153 hp y 177 lb-pie de par, creemos que el tema de consumo podría haber sido mejor. Es cierto que exigimos mucho al acelerador, pero al final del trayecto en carretera, la computadora marcaba 9.2 km/l.
Hay pocas cosas más rectas que el camino de Veracruz a Villahermosa. En todo el trayecto —de casi 500 km— encontramos tres o cuatro curvas y muchos baches. No tuvimos la oportunidad de probar su comportamiento en curva, pero sí la respuesta al esquivar uno que otro bache. A mi parecer, la dirección no transmite tanta fidelidad como me gustaría a altas velocidades —unos 140 km/h— debido a su suavidad, que, por lo contrario, se vuelve perfecta al circular en ciudad, asistida, pero sin anestesiar lo que sucede al otro extremo.
¿De vuelta a lo más alto? Puede ser, pero...
En general, el nuevo Chevrolet Cruze es un producto muy redondo. La calidad general, el nivel de equipamiento tecnológico y el manejo divertido —¡gracias, motores turbo!— lo vuelven un compacto muy atractivo. Su principal área de oportunidad, además de los huecos en seguridad de las versiones LS y LT, es el precio.
Por la propuesta mecánica, el equipamiento general y el incremento de precios de algunos de los modelos de la competencia, suena razonable pagar $280,000 por el modelo de acceso, y $316,000 por el intermedio, sin embargo, para el grueso de la población podría sonar más interesante un compacto coreano, 50 mil pesos más barato, menos divertido, ligeramente menos equipado, pero con una relación precio/calidad/garantía difícil de vencer.
Hubiera sido interesante que Chevrolet apostara por versiones ligeramente menos equipadas, pero a un precio más competitivo. ¿A poco no suena interesante un Cruze con rines más pequeños y equipo de sonido sin pantalla táctil, pero con el mismo motor turbo, por 250 mil pesos?