Las versiones más accesibles de la mayoría de los modelos no suelen ser las más interesantes… excepto cuando las cosas se ponen tensas en la categoría. El Kia Sportage juega en un terreno altamente competido y entiende que no todos los presupuestos pueden permitirse un tope de gama. Por eso su versión EX gana equipamiento y promete un buen equilibrio entre lo que pagas y lo que te llevas. ¿Es interesante? Lo tuvimos a prueba.
Una de las claves del Sportage EX es no verse barato. Casi siempre las versiones más accesibles delatan su posición en la gama con rines más sencillos, iluminación simple o acabados menos ostentosos. En ese sentido, el Sportage EX (casi) no se pone en evidencia. Lleva rines bitono de 18”, luces de LED y las mismas piezas decorativas que el resto de las versiones. Lo único reconocible es que las luces de stop son de bulbo, no de LED.
El mismo fenómeno sucede al interior. Aquí es donde el Sportage EX más brilla. Aunque hay tapas que delatan la falta de algunos botones, el equipamiento acierta en lo importante. Lleva tapicería en piel, A/C automático de dos zonas, conectividad con MyKia+, pantalla de 12.3”, llave inteligente y espejo retrovisor electrocrómico. No hay quemacocos ni portón trasero eléctrico, pero si Kia debía eliminar algo para ajustar el precio, eligió bien qué quitar.
La selección de materiales está al nivel de cualquier otra versión de la gama. En general, la cabina del Kia Sportage no busca demasiados contrastes ni opta por acabados muy sofisticados en comparación con otros SUV de la categoría, pero sí hay una grata sensación de calidad. Hay piezas suaves en la mayoría de las superficies altas y plástico rígido en las zonas bajas. El ensamble se siente sólido en todos los niveles.
El motor me produce sentimientos encontrados. Un motor de 2.0 litros de 153 hp y 141 lb-pie para un SUV de esta talla suena escaso de poder. Con eso en mente, salí a carretera. Mi sorpresa fue que, sin ser ágil ni precisamente voraz al ganar velocidad, sí mantiene fácilmente el ritmo en carretera y no hay que forzarlo para mantener una velocidad crucero. Para rebases sí hay que llevar el acelerador hasta el fondo, pero si rondamos los 110 km/h constantes, el motor compensará con un consumo en torno a 13.5 km/l en carretera, nada mal. Eso sí, en ciudad se dispara hasta 8.5 km/l. Es lo que pasa cuando un motor pequeño debe mover desde cero a un SUV del tamaño (y peso) de Sportage.
Al volante me gustó lo equilibrado que se siente. Sportage dista de ser deportivo —aunque su mismo nombre lo sugiera—, pero siempre transmite estabilidad y confort. Lo que me sabe agridulce no es como tal el manejo ni el desempeño del motor, sino que al mismo precio de este Sportage hay otros SUV con potencias en torno a 190 hp.
Con precio de 633,900 pesos, el Kia Sportage EX es una opción equilibrada dentro de su propia gama de versiones, y apunta directamente a quien busca espacio y comodidad, sin importarle mucho la velocidad. La potencia no le sobra, pero —salvo contadas ocasiones— tampoco le falta. Su reto está en competidores que, al mismo precio, lo rebasan (en un sentido metafórico y literal) y que ponen sobre la mesa tecnologías de seguridad más avanzadas, aunque por ello tengan que recortar en otras áreas de confort o refinamiento. Sportage sacrifica potencia en favor de brillar en esas áreas.