Mazda 3 Sedán turbo, a prueba: rápido no es sinónimo de deportivo, ni cómodo de desabrido
A finales de 2020, Mazda por fin se animó a ponerle motor turbo al Mazda3, aunque en principio sólo a la versión hatchback. Tras poco más de un año de espera, el Mazda 3 Sedán por fin estrena este motor en México, y lo hace bajo la misma fórmula que el modelo de cinco puertas: un compacto rápido y sumamente equipado, pero ¿es capaz de satisfacer el apetito deportivo de los conductores más entusiastas? Lo tuvimos a prueba.
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La mayoría de los modelos de Mazda varían muy poco su apariencia entre versiones. El Mazda3 Sedán Signature —que es el nombre oficial de esta versión turbo— no es la excepción. Respecto al resto de la gama, lo identificarás sólo por el acabado negro brillante de sus rines de 18" y de las carcasas de los espejos, así como por unos discretos faldones a los costados.
Su apariencia deja en claro que no persigue ningún espíritu racing, sino encajar con el concepto de lujo y refinamiento al que Mazda ha apuntado en los últimos años. Su diseño encaja a la perfección con la corriente estética a la que la marca denomina KODO, es decir, un cofre largo y bajo, rasgos afilados al frente, costados limpios y una trasera con doble salida de escape y calaveras de LED en forma de turbina.
La cabina tampoco presenta una transformación radical. Los interiores de la versión Signature, de hecho, sin los mismos que la versión más equipada del Mazda3 sin motor turbo. Esto no tiene por qué ser algo malo, cuando lo que nos encontramos es una muy buena impresión de calidad, gracias al uso de cuero al por mayor; lo encontramos en el tablero, en las puertas y en la consola central.
Uno de sus aspectos más sólidos es el equipamiento. El Mazda3 Sedán Signature incluye llave inteligente, quemacocos, faros de LED dirigibles, sensor de lluvia, infotenimiento con pantalla de 8", head-up display, asiento del conductor con ajuste eléctrico y memorias de posición, espejo retrovisor electrocrómico, freno de estacionamiento eléctrico y, como elemento exclusivo de esta versión, espejo lateral izquierdo electrocrómico. La unidad que llegó a nuestro garaje —que ya era spec mexicano— sí contaba con sistema de sonido Bose, aunque la ficha técnica no lo especificara. Mazda nos había comentado que la desaparición del sonido Bose del catálogo era temporal.
En general, la cabina del Mazda3 Sedán deja muy buen sabor de boca, aunque hay dos aspectos con margen de mejora. Uno es la oferta de asistencias de conducción. Pese a ser la versión más lujosa del catálogo, únicamente ofrece monitor de punto ciego y alerta de tráfico cruzado trasero, pero no freno autónomo de emergencia o control de velocidad crucero adaptativo, como sí sucede en la mayoría de los sedanes compactos tope de gama.
El otro aspecto a tener en cuenta es el espacio interior. Al frente es muy fácil acomodarse, pero pasajeros altos viajarán algo apretados en los asientos traseros; el espacio para cabeza es un tanto justo, al igual que el de piernas, en comparación con otros sedanes de la misma categoría.
Un sedán tan cómodo como rápido
Como lo he dicho en ocasiones anteriores, el apellido Signature en Mazda no es sinónimo de deportivo, aunque sí de rápido. Esta versión se apega al concepto de confort en el que Mazda ha trabajado recientemente, con un manejo que sí es capaz de despertar alegría al volante, pero su prioridad se encuentra en la comodidad.
Quizá sus números nos hagan pensar en un sedán deportivo, aunque en realidad estemos ante un Mazda3 con el mismo chasís que cualquier otra versión. Si lo has conducido, estarás de acuerdo en que todas las reacciones del auto se sienten suaves y hasta sedosas, pero a la vez tiene un muy buen peso de dirección, una respuesta instantánea y una suspensión con cierto grado de firmeza —y muy buen apoyo en curvas—. En general, el auto transmite mucha sensación de conexión con el conductor.
Lo que hace tan especial a la versión Signature es, como ya lo imaginabas, el motor turbo de 2.5 litros. General 227 hp y 310 lb-pie, y va asociado a una transmisión automática de seis velocidades y a un sistema de tracción integral.
Este motor turbo es bastante peculiar, porque no se siente tan "explosivo" como otros motores turbo que he probado. Su aceleración es tan línea que, salvo por esa ligerísima patada que llega a sentirse en torno a 3,000 rpm, podríamos pensar que se trata de un motor atmosférico por la forma tan progresiva en que entrega la potencia. Esto es una muy buena noticia porque prácticamente no hay turbolag.
Lo anterior lo vuelve un sedán compacto realmente rápido. Incorporarse, rebasar y arrancar con agilidad es sumamente sencillo, y llegar a 100 km/h le toma sólo 6.1 segundos. La forma en que plasma el poder también merece mención honorífica; el sistema de tracción integral ayuda a aprovechar mejor las 310 lb-pie y a asegurar buenos niveles de adherencia. Es cierto que el sistema añade 100 kg, pero lo compensa con la dosis extra de poder y el bajo centro de gravedad que trae consigo la tracción AWD.
¿Qué me hubiera gustado encontrar al volante? En primer lugar, una transmisión más rápida o más agresiva, aunque entiendo por qué no la hay: este Mazda3 busca el confort, no la deportividad, y la caja cumple bajo esa perspectiva. También me hubiera gustado un selector de modos de manejo más allá del botón Sport, que sólo eleva el rango de revoluciones al que trabaja la transmisión —el equivalente a pasarla a una posición S en otras marcas.
Sin duda lo que más me hubiera gustado en el Mazda3 Sedán es que la marca realmente hubiera apostado por una versión deportiva. Entiendo que esa versión no cabe en sus objetivos de negocio actuales, pero me queda la espinita de saber lo que pudo haber sido este modelo bajo una configuración más racing (suspensión más firme, eje trasero independiente, una caja más agresiva) si hoy el chasís, tal y como está, ya deja tan buen sabor de boca.
Finalmente hablemos de consumo. Estamos ante un motor muy alegre, y eso se refleja en el rendimiento de combustible, que rondó entre 7.9 y 8.5 km/l en ciudad. Sus cifras son comparables con las de un motor V6, tanto de consumo de gasolina, como de desempeño.
Un compacto rápido que no compromete comodidad
Volviendo a la pregunta del principio: ¿El Mazda3 Sedán Signature es capaz de satisfacer el apetito deportivo de los conductores más entusiastas? La respuesta es sí, siempre que tengan claro que no estarán ante un sedán explosivo ni de carácter racing, sino ante un compacto rápido y con un manejo sobresaliente, que balancea perfectamente el dinamismo con la comodidad.
Los 517,900 pesos que cuesta esta versión me parecen adecuados considerando lo que encontramos a nivel equipamiento, acabados, manejo y, sobre todo, motor, aunque creo que la categoría ya amerita la introducción de asistencias de conducción avanzadas. Por el momento, eso le queda como asignatura pendiente la Mazda3.
Entre sus principales competidores encontraremos al KIA Forte GT y al Volkswagen Jetta GLI, ambos con un carácter un tanto más deportivo, aunque casi 80,000 pesos más costoso en el caso del alemán.
8.7
A favor
- El manejo está en el punto exacto entre dinamismo y confort.
- Muy buenos acabados interiores.
- La aceleración es bastante lineal, sin turbolag.
En contra
- El rendimiento de combustible ronda 8 km/l.
- Poco espacio en los asientos traseros.
- Lleva monitor de punto ciego, pero no más asistencias.
Mazda3 Sedán Signature
$517,900
- Motor: 4 cilindros turbo de 2.5 litros
- Potencia: 227 hp @ 6,000 rpm
- Par: 310 lb-pie @ 2,000 rpm
- Transmisión: Automática de 6 vels.
- Tracción: Integral
- Frenos: Disco / disco
- Peso: 1,537 kg
- Velocidad máxima: 215 km/h
- Aceleración de 0 a 100 km/h: 6.1 s
- Suspensión delantera: Independiente tipo McPherson
- Suspensión trasera: Barra de torsión
- Longitud: 4,662 mm
- Cajuela: 374 litros
- Consumo en ciudad: 8.2 km/l
- Capacidad del tanque: 51 litros
- Fabricado en: México