Comparativa: Mazda CX-3 vs Suzuki Vitara vs Honda HR-V (II)

Ahora bien, la sensación de calidad. Como pudiste leer en la primera parte de este artículo, el Suzuki Vitara se corona como el más equipado de la comparativa, pero al mirar el tablero, entendemos que lo que Suzuki invirtió en equipo, se lo ahorró a la hora de seleccionar materiales. Los acabados del Vitara se perciben sencillos a lado de los de CX-3 o HR-V; los plásticos son duros y brillosos, el diseño es muy sobrio y los ensambles acusan falta de ajuste en algunas zonas.

La posibilidad de combinar el color de la carrocería con detalles en el tablero nos parece efectivo para romper con la monotonía del habitáculo, mas no para deshacerse de la sensación 'plasticosa' que predomina al interior. En este apartado, Mazda se coloca como referente de su categoría con el CX-3, tanto por ensambles, como por selección de materiales. No es premium, pero da esa impresión.

En lo que respecta al Honda HR-V, sus ensambles son tan buenos como los del Mazda CX-3, no hay ninguna clase de ruidos que acusen un mal trabajo de armado, pero la selección de materiales es mucho más modesta. Los plásticos son de tacto agradable, pero a la vista son algo fríos, quizá porque todo al interior es de un solo tono.

La hora de la verdad, ¿cuál se maneja mejor?

Dadas las cifras, es fácil entender cuál de los tres sufrió más para seguirle el paso a los otros dos. El Suzuki Vitara es el más capaz de los tres; su sistema de tracción integral —sólo disponible en esta versión— le permite un paso por curva más estable y mayor control cuando hay agua, tierra o grava sobre el asfalto. También puede enfrentar obstáculos en terracería ligera y moderada gracias al programa Lock seleccionable a través de una perilla.

Es el más capaz y, sin embargo, su talento se ve frustrado por las modestas prestaciones de su motor de 1.6 litros. Hay que mantener las revoluciones altas para conseguir una aceleración adecuada, ya sea en carretera o al incorporarse a vías rápidas. Incluso en ciudad sentiremos un arranque lento, a pesar de que la transmisión automática de seis velocidades hace bien su trabajo al elegir los cambios de marcha —se puede manipular manualmente a través de manetas al volante.

A nivel manejo, nuestro favorito fue el Mazda CX-3. Más que la satisfactoria respuesta del motor —que da lo mejor de sí a revoluciones no tan altas, cerca de las 3,000 rpm—, lo que más nos gustó fue la puesta a punto del chasis. A su paso por curvas, el CX-3 se siente como el más estable de los tres, en parte debido a que se trata del más bajo del grupo, pero también gracias a una dirección que transmite suficiente información y a una suspensión que, aunque suave, no inclina demasiado la carrocería. Eso sí, en ciudad es el que más siente las irregularidades del camino; es el único con rines de 18 pulgadas y un perfil de neumáticos ligeramente más bajo que HR-V y Vitara.

El ejemplar de Honda goza de una conducción menos alegre, pero más cómoda. La suavidad de la suspensión a lado de una dirección blanda lo vuelve sumamente fácil llevar a través de escenarios urbanos. El motor, sin sobresalir, consigue mover al HR-V sin dificultades, pero al querer ganar velocidad la transmisión CVT estira demasiado los cambios y el ruido del motor se llega a filtrar con facilidad al habitáculo.

En un contexto urbano, el Mazda CX-3 presentó los mejores consumos de combustible; un motor que mueve su carga sin esfuerzo resulta más efectivo que uno anémico al que se le tenga que exigir constantemente. En ciudad, el CX-3 nos dio un rendimiento de 11.3 km/l (igual, de hecho, que el Mazda2); el Honda HR-V, 10.2 km/l; y el Suzuki Vitara, 10.4 km/l. En carretera pudimos obtener hasta 18.7 km/l del Mazda CX-3, 20.4 km/l del Suzuki Vitara y 21.4 km/l del Honda HR-V.

Y entre mantenimiento, garantía y demás, ¿Suzuki Vitara, Mazda CX-3 o Honda HR-V?

*** Costo estimado

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