
Probamos el Mazda CX-3, el SUV con el que Mazda quiere decirle a todos 'Jaque Mate'
Ser o no ser, y en medio, el Mazda CX-3. Los consumidores de ahora queremos evitar a toda costa el lado amargo de los productos y servicios, pero no estamos dispuestos a renunciar a ninguno de sus beneficios. De ahí viene la creación de la sandía sin semillas, de la banca por Internet... o de las camionetas de corte urbano.
Esta clase de vehículos transgénicos nacen del cruce del hatchback más pequeño de la casa con alguno de sus SUV. En este caso, el Mazda CX-3 es un Mazda2 al que se le enseñaron a ser camioneta —con una posición de manejo elevada y un look off-road— sin desprenderse de su naturaleza urbana, es decir, petit y de bajo consumo de gasolina. ¿Qué tan práctico resulta el Mazda CX-3 en el día a día? Lo hemos puesto a prueba en la Ciudad de México.
Aspiracional en todo el sentido de la palabra
Aspiración, del latín aspiratio, -ōnis: Acción y efecto de pretender o desear algún empleo, dignidad u otra cosa. Basta mirar incluso en fotografías al Mazda CX-3 para entender que más que una camioneta, se trata del cumplimiento de un deseo o un capricho. De dos, más bien. El primero gira en torno a su concepto, el de poder adquirir una camioneta a precio de compacto... y al tamaño de un compacto; el CX-3 mide apenas 4.27 metros de largo. En vivo se ve bastante pequeño. No parece un simple hatchback, pero dista de parecerse a una camioneta tal y como la imaginamos.
El plástico negro en salpicaderas y defensas ayuda a evitar rayones, y le da un look más aventurero.
El segundo va directamente en relación con su diseño. Mazda ha comprendido que lo buena onda no sale en las fotos; el cuidado a los detalles se hace notar desde todos los ángulos. Faros agresivos, rines de 18", un cofre bastante largo y la combinación de plástico negro con cromo a lo largo del CX-3 ponen en evidencia el instinto caprichoso de Mazda al concebir éste y toda su gama de productos pertenecientes a la filosofía de diseño KODO.
Abrimos las puertas y encontramos un producto sumamente refinado. Con la mano en la cintura, el Mazda CX-3 se puede hacer llamar el referente de su categoría en lo que respecta a calidad, tanto de selección de materiales como de armado. A lo largo y ancho del habitáculo encontramos piel —se puede pedir negra o negra con detalles en blanco, en ambos casos con detalles en rojo tinto— tanto para el tablero como para los asientos, un plástico que simula aluminio a-lo-Mercedes, acabados laqueados, cromo e incluso texturas que simulan fibra de carbono.
El lado B, el CX-3 no es tan práctico
Una vez que dejamos pasar la emoción que nos causó ver un SUV no-premium tan refinado, echamos a andar al CX-3. Desde el primer día en que lo probamos, descubrimos que en el caso de Mazda, el diseño atractivo penaliza la practicidad a bordo. Que no se entienda mal, la lectura de todas las pantallas —incluido el head-up display— y la disposición de todos los botones es muy buena, el problema es la cantidad de huecos para guardar objetos —sí, también hablamos de la cajuela— y el espacio interior.
Frente a la palanca de velocidades encontraremos dos puertos USB y una toma de corriente, pero no un espacio para colocar el celular. Ahí apenas caben unas cuantas monedas, quizá una tarjeta. El resto de los espacios se resumen en los revisteros (bastante estrechos) de las puertas y dos portavasos; el descansabrazos no cuenta con un compartimiento para guardar objetos, únicamente una ranura para guardar el celular —y, en nuestro caso, olvidar que está ahí.
El Mazda CX-3 es de lo más premium que hemos conducido de una marca que no es premium. La calidad es muy buena.
Ahora bien, el espacio interior. Gracias al ajuste de altura y profundidad del volante y del asiento, es fácil encontrar la posición de manejo ideal —que es elevada, pero no muy alta— y aunque a nivel espacio no se siente particularmente amplio, pasajero y copiloto irán bastante cómodos. Quienes viajen en la banca trasera son quienes sufrirán los estragos de la silueta caprichosa del CX-3 y de sus contenidas dimensiones. El espacio para cabeza es apenas el suficiente, y para rodillas basta, pero no sobra.
Aquí es cuando se pone en evidencia el carácter urbano del Mazda CX-3. ¿Cumple como vehículo familiar? Sí, como lo haría cualquier hatchback, pero como camioneta es más individualista. La cajuela es de apenas 240 litros, y aunque cuenta con un práctico doble fondo para esconder tablets o laptops, nos parece algo limitado para acomodar las maletas de un viaje familiar.
En lo que respecta al equipamiento, en general es muy completo, y por los 322,900 pesos que pide Mazda por uno, nos parece competitivo, pero hay un par de ausencias que aún nos cuestionamos. En el CX-3 encontramos climatizador automático, sistema de infotenimiento con pantalla táctil de 7" que se puede controlar a través de una perilla —muy intuitivo—, doble puerto USB, entrada auxiliar, conexión Bluetooth, equipo eléctrico, vestiduras en piel, quemacocos —se abre de un toque, no así para el cierre—, computadora de viaje, head-up display, controles al volante, control de velocidad crucero, 6 airbags, ABS, ESP y TCS.
¿Qué echamos de menos? Un quemacocos panorámico, quizá, pero ciertamente nos extrañó que el modelo con especificaciones mexicanas no viniera con faros de LED. El Mazda CX-3 es el único Mazda que no los puede llevar —Mazda CX-9 es tema aparte. También nos gustaría que contara con sistema de navegación como equipo de serie; la tarjeta SD con los mapas cuesta alrededor de $6,000. Y por último, un sistema de sonido firmado por Bose, como en el Mazda3.
Palanca en D y... Mazda, lo hiciste de nuevo
El Mazda CX-3 está construido sobre la plataforma del Mazda2, pero lo hace todo mejor. En lugar del motor de 1.5 litros de 106 hp, encontramos el corazón del Mazda3: un bloque de 2.0 litros que desarrolla 148 caballos de fuerza y 141 lb-pie de torque, suficientes para mover los 1,300 kg que pesa el CX-3.
En modo 'Sport', la caja no deja caer las revoluciones. Así el Mazda CX-3 se percibe aún más rápido, muy divertido.
¿Qué encontramos? Que, sin ser explosivo, se maneja como un vehículo sumamente ágil, en buena medida por el escalonamiento de la transmisión automática de seis velocidades que reacciona rápido y mantiene el rango de revoluciones adecuado para ganar velocidad o ahorrar combustible, según lo exija el conductor. Durante nuestra prueba, conseguimos una aceleración de 0 a 100 km/h en 12.6 segundos y un rendimiento de 11.3 km/l en ciudad y 16.4 km/l en carretera, nada mal.
Sin embargo, no todo el mérito es del motor y de la transmisión. Mazda lo hizo de nuevo; el CX-3 es un SUV divertido de manejar, que toma las curvas con aplomo y se inclina menos de lo esperado por un vehículo de estas características. La dirección apunta con precisión y transmite suficiente información a manos del conductor, pero no resulta tan directa como nos gustaría. Aunque claro, no podemos juzgar a un SUV como deportivo.
La suspensión no pisa con más suavidad de la necesaria, pero el perfil de las llantas y el diámetro de los rines consiguen que los baches se sientan más de lo esperado. Está lejos de ser incómodo, pero no es el mejor sorteando las irregularidades del asfalto. Nos llamó mucho la atención que pese a su altura respecto al piso, alcanzamos a pegar en un tope... y sólo iba una persona a bordo.
El Mazda CX-3 es el mejor de su categoría si tú, como comprador, sabes lo que quieres
El segmento de los SUV urbanos va hacia arriba, tanto en ventas como en competencia. En México, la oferta está compuesta por nada menos que 11 modelos, y aún faltan algunos por llegar. El Mazda CX-3 se coloca entre las mejores compras de este segmento; es la mezcla de diseño, calidad, equipamiento y manejo agradable a un precio relativamente competitivo y bajo la consigna de no ser un vehículo familiar como todos lo conocemos, sino uno que nace bajo la consigna de enamorar a familias jóvenes, parejas o millenials que quieren algo más que un hatchback.
¿Lo recomendamos? Ampliamente.
8.3
A favor
- La selección de materiales al interior
- El manejo, muy divertido
- La sinergia entre motor y transmisión
- El diseño, muy atractivo
- Lo intuitivo que resulta el sistema de infotenimiento
En contra
- La cajuela es bastante pequeña
- ¡Un Mazda sin faros de LED!
- Por el momento no hay versiones más accesibles
- El espacio interior no es más que el suficiente
- Faltan huecos para guardar objetos
Versión probada | i Grand Touring | ||
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Cilindrada | 1,998 cm³ | Tracción | Delantera |
Bloque motor | 4 cilindros | Capacidad del depósito | 48 litros |
Potencia máxima (hp @ rpm) | 148 hp @ 6,000 rpm | Consumo urbano | 11.3 km/l |
Par máximo (lb-pie @ rpm) | 141 lb-pie @ 2,800 rpm | Consumo en carretera | 18.7 km/l |
Peso | 1,300 kg | Consumo mixto | 14.3 km/l |
Velocidad máxima | N.D. | Emisiones de CO2 | 164 g/km |
Aceleración 0-100 km/h | 12.6 seg | Capacidad de la cajuela | 240 litros |
Transmisión | Automática de 6 vels. | Precio | $322,900 |