Manejamos el Mazda CX-30 mild-hybrid: estrena electrificación, mantiene estilo, gana rendimiento
El Mazda CX-30 ha sido uno de los grandes éxitos de la firma japonesa en México, y se veía venir: adaptaron la exitosa fórmula del Mazda3 a la categoría favorita del momento, la de los SUV. Su recibimiento a nivel global ha sido muy bueno —en Colombia fue el modelo más vendido de 2021, como el Versa en México—, pero en nuestro país aún quedaba hueco para una versión orientada a quien busca el refinamiento y manejo propio de este modelo, sin tener que pagar la gasolina de un motor de 2.5 litros. Una versión mild-hybrid.
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Hablar de tecnología mild-hybrid es, inevitablemente, hablar de algunos aspectos técnicos. Los vehículos con este sistema (abreviado MHEV) llevan un ligero grado de electrificación, con el fin de mejorar sutilmente el rendimiento de combustible y reducir las emisiones contaminantes, sin tener que invertir en todo el costo que implicaría un sistema híbrido completo.
El sistema mild-hybrid del Mazda CX-30 está compuesto por un generador de 24 V. Apoya al motor de combustión interna con 6 hp al momento de arrancar o cuando la demanda de energía es muy alta. El motor eléctrico es tan pequeño, que no es capaz de impulsar al auto por sí mismo —y esa se una de las principales diferencias respecto a un híbrido completo, como Prius—, pero sí reduce el esfuerzo del motor de gasolina. Eso, combinado con un sistema start & stop y frenos regenerativos, busca el máximo aprovechamiento de energía.
Gracias a este sistema, el Mazda CX-30 consume alrededor de un 14% menos combustible en ciudad, aunque es importante mencionar que buena parte de ese ahorro no viene de la asistencia eléctrica, sino del motor principal. En vez de apostar por el mismo motor de 2.5 litros que el resto de la gama, el CX-30 MHEV recibe uno de 2.0 litros —similar al de CX-30— que en sí mismo es más eficiente que el de 2.5 litros, independientemente de la asistencia eléctrica. La combinación de un motor más pequeño con la tecnología MHEV es lo que consigue la diferencia de rendimiento.
Basta de teoría: ¿qué cambia al volante?
Dicho todo lo anterior, ¿el Mazda CX-30 MHEV se siente muy diferente a los demás CX-30? Desde el punto de vista de desempeño, sí, pero poco. O al menos eso nos pareció durante nuestra experiencia de manejo. Antes de entrar en detalles, hay que especificar que la prueba se llevó a cabo en Colombia, a una altitud en torno a 1,500 msnm; a la altitud de Ciudad de México, el motor deberá sentirse ligeramente menos potente por la diferencia de oxígeno.
En las carreteras aledañas a Armenia, en el eje cafetero colombiano, los 153 hp y 148 lb-pie del Mazda CX-30 mild-hybrid me parecieron suficientes. Entendido como un SUV que busca aprovechar la energía al máximo, comprendo por qué no pretende ofrecer más poder del que se necesaria. No se siente torpe ni lento, aunque tampoco tan responsivo como un CX-30 con motor de 2.5 litros. Sacrifica algo de desempeño, en favor de un mejor rendimiento de combustible. O al menos esa impresión me dio en carretera. En la ruta, que fue de subida y bajada, con varios momentos de estar detenidos con el auto encendido —por sesiones de fotos o en espera de instrucciones de logística—, el consumo promedio fue de 14.2 km/l. Habrá que probarlo en condiciones más realistas y a la altitud de CDMX.
En los pocos caminos urbanos que tomamos, el CX-30 MHEV me dejó una buena impresión. El ímpetu con el que arranca el motor y la cantidad de poder que desarrolla desde bajas revoluciones me transmitieron una sensación muy similar al CX-30 de 186 hp que ya conocía.
Ahora bien, en lo que respecta a manejo, esta versión es idéntica al resto de la gama, y eso es una gran noticia al hablar de calidad de marcha y sensación de agilidad. La dirección tiene el peso adecuado para comunicar con precisión lo que está ocurriendo en las ruedas delanteras, mientras la suspensión pisa con firmeza para transmitir cierto sabor deportivo, sin llegar a incomodar en lo absoluto —aunque uno que otro bache sí se siente más de la cuenta— gracias a un buen nivel de amortiguación y de aislamiento.
El Mazda CX-30 MHEV llega a México sólo en versión i Sport
Habiendo tocado aspectos mecánicos, hablemos de su configuración de equipamiento. A diferencia del ejemplar colombiano que condujimos —basado en la versión tope de gama—, el Mazda CX-30 mild-hybrid llega a México exclusivamente en versión i Sport, la de acceso a la gama. Una versión “de acceso” que en realidad ofrece un equipamiento bastante completo. Es cierto que no lleva asientos tapizados en piel ni head-up display ni cambios al volante ni monitor de punto ciego, pero sí incluye espejo electrocrómico, memorias para posición de espejos y asiento —con ajuste eléctrico del lado del conductor—, llave inteligente, faros de LED, sensor de lluvia y exactamente el mismo diseño exterior que el resto de los CX-30, incluido el mismo diseño de rines de 18” que la versión i Grand Touring. Al interior sólo cambia la tapicería, que no es negro con café, sino negro con azul.
Sólo por curiosidad mencionaré algunas de las diferencias de equipamiento del CX-30 tope de gama disponible en Colombia, respecto al mexicano. Allá incluye reproductor de CD —que ya es raro en los autos nuevos—, espejos laterales plegables eléctricamente, sistema de sonido Bose —Mazda nos confirma que pronto volverá a ofrecerlo en México— y asistencias de conducción, como freno autónomo de emergencia, control de velocidad crucero adaptativo y asistente de mantenimiento de carril. De hecho, si me lo preguntas, lo único que le hace falta a la gama del CX-30 y del Mazda3 en México es eso: asistencias de manejo.
El precio del Mazda CX-30 MHEV en México es de 517,900 pesos y ya está disponible en concesionarios. Es el tercer modelo ligeramente electrificado de la firma japonesa en nuestro país. El Mazda3 se vende bajo esta misma configuración —incluyendo el motor de 2.0 litros— y el Mazda2 también ofrece tecnología mild-hybrid para su motor de 1.5 litros en la versión tope de gama.
