Manejamos los Volkswagen Golf y Golf GTI 2018, los 'working class heroes' se ponen al día
El Volkswagen Golf nació siendo un héroe de la clase trabajadora. Un auto práctico, eficiente y divertido que desde 1974 y hasta el día de hoy se puede describir de la misma manera, salvo que en buena medida ha dejado de ser parte de la vida de la clase trabajadora, para convertirse sólo en un héroe: un auto admirado por los mexicanos.
Para su modelo 2018, el Volkswagen Golf de séptima generación recibe una actualización que lo mantiene fresco en un segmento que representa sólo el 3% de las ventas de autos en México, pero que aun así tiene un gran número de fanáticos. Viajamos hasta Punta de Mita, en Nayarit, para desmenuzar sus novedades y conducir también su emblemática versión deportiva, el Golf GTI.
Actualizaciones puntuales para un auto que no necesita verse distinto
Con el Golf sucede un fenómeno muy curioso. Sus cambios generacionales han seguido el paso de la compleja evolución del lenguaje de diseño de Volkswagen, pero en ningún momento ha perdido su esencia. Es como quien tiene un cachorrito en casa y no se da cuenta del momento en el que se convierte en adulto porque siempre ha estado ahí y se ha transformado de forma paulatina.
La actualización se centra en el diseño, para hacerlo lucir más fresco.
Este continuismo en el diseño de Golf —y de otros modelos que ya son íconos de la industria— no es falta de creatividad por parte de sus diseñadores, sino una estrategia que busca conservar un diseño tradicional para mantener la confianza de clientes que ven al Golf como un modelo con experiencia que a lo largo de las décadas ha aprendido las necesidades de su gente.
A esta séptima generación aún le quedan algunos años por delante. Lo único que ha hecho es adecuar algunos de sus rasgos a los últimos modelos de la casa, como un frente que integra la línea horizontal de la parrilla en los faros —de halógeno, pero con DRL en LED— y una fascia de aspecto más agresivo y que ahora gusta más del cromo. En la parte trasera estrena calaveras de iluminación LED y un difusor que en el tope de gama simula dos salidas de escape cromadas rectangulares.
Al interior se respira una atmósfera de calidad
Desde el primer momento en que conocimos a esta séptima generación de Golf, hace ya algunos años, nos llamó la atención la calidad de los acabados. En el tablero predominan plásticos de textura gomosa muy agradable al tacto y a la vista. La combinación de colores y acabados resalta la sensación de calidad y le da sentido a un diseño que, por sí mismo, califica de conservador y mucho más orientado a la funcionalidad que las formas extravagantes.
Aquí, al interior, la actualización más importante llega de la mano del sistema de infotenimiento, al que la marca llama Composition Media y ostenta una pantalla de 8 pulgadas de alta resolución a través de la cual se puede obtener información relevante acerca de la conducción, realizar ajustes del vehículo y controlar todo el sistema de entretenimiento, compatible con Android Auto y CarPlay.
La gama queda compuesta por tres versiones. Desde el modelo base lleva 7 airbags, controles de tracción y de estabilidad, cuatro frenos de disco, infotenimiento con pantalla de 8 pulgadas, luces de conducción diurna de LED, rines de aluminio de 16 pulgadas, aire acondicionado y una computadora de viaje muy completa. Hacia arriba, el resto de las versiones se viste con climatizador automático de una o dos zonas, rines de 17 pulgadas, sensores de proximidad, sistema de estacionamiento automático, quemacocos, llave inteligente y asistente de luces altas automáticas.
A nuestro parecer, el modelo más interesante es justamente el básico, que ofrece una buena relación entre equipamiento, calidad y manejo, respecto a los 308,990 pesos que cuesta, aunque ahora mismo es del que menos volumen de producción hay. El tope de gama tiene una etiqueta de 403,990 pesos, elevada considerando el segmento al que apunta, pero lógico considerando la carga tecnológica y el hecho de que Volkswagen sabe explotar el carisma de su Golf. Quizá haya modelos más sensatos, como un Mazda3 o un SEAT León, pero quien quiere un Golf, quiere un Golf. Así funciona la adoración a un héroe.
Al volante es cómodo, ágil y eficiente
Oprimimos el botón de encendido y, a decir verdad, no tenemos nada nuevo que contar. Cada elemento de su mecánica se mantiene idéntico a cualquier Golf de séptima generación. Va sobre la plataforma MQB y es impulsado por un motor turbo de 1.4 litros de 150 hp y 184 lb-pie de par. La versión Trendline (base) sólo puede ir con caja manual de 6 velocidades, mientras que el Highline (tope de gama) sólo va con DSG de 7 cambios. El Comfortline (intermedio) se puede pedir con cualquiera de las dos transmisiones.
Hay un gran equilibrio entre la firmeza de la suspensión y la suavidad de su amortiguación. Pasa con aplomo, pero es cómodo.
Desde el puesto de conducción entendemos por qué es uno de los autos favoritos del mundo —es el modelo más vendido en Europa. El equilibrio de su chasís es digno de mencionarse. Hay aplomo en su andar y la firmeza propia de un vehículo creado en Europa, pero no castiga con una marcha áspera, sino con una amortiguación blanda que se entiende de maravilla con entornos urbanos. Gira, frena y acelera correctamente.
Los 150 caballos y 184 lb-pie dan suficiente material para disfrutar de una conducción divertida y realizar incorporaciones y rebases ágiles. Quizá el único tema sea el retraso en la entrada del turbo, que pide ir por arriba de las 2,000 revoluciones para mantener su aliento. La transmisión DSG mitiga correctamente el efecto, pero con transmisión manual aún es evidente. De cualquier manera, para tratarse de un compacto, su ímpetu al andar de lo mejor.
Punto y aparte. Hablemos del Volkswagen Golf GTI
Si el Golf por sí mismo ya es un auto adorado por un buen número de personas —sí, adorado es la palabra correcta—, el GTI se ha vuelto prácticamente un deportivo de culto. Fue el responsable de inaugurar el segmento de los hatchback compactos deportivos en los años 70 y, al día de hoy, conserva elementos de aquel primer modelo para echar mano de la nostalgia y el cariño de quienes, nuevamente, lo ven como el héroe de la clase trabajadora.
La actualización interviene, sobre todo, en la parte delantera. La iluminación diurna de LED ahora es en forma de doble búmeran e integra el contorno rojo que decora la parrilla, un detalle muy bonito porque además el acabado dentro de las calaveras es tipo panal, idéntico al que encontramos en la parrilla.
La fascia ahora lleva tomas de aire menos cuadradas, pero igualmente agresivas gracias a la introducción de plástico negro que, cual marca de garras, da forma a las tomas de aire laterales que esconden unos atractivos faros de niebla. Por atrás hay cambios discretos en el difusor y en el diseño interno de las calaveras, también de LED. Nos hubiera gustado que, como sucede con el Golf vs. Golf GTI anterior, las calaveras recibieran un diseño específico para esta versión, pero ahora son iguales a las de cualquier otro Golf.
Tradición, prisa y precisión
Así definimos la experiencia de conducir un Volkswagen Golf GTI. Tradición porque el habitáculo recibe un tratamiento deportivo que hemos visto en este modelo a lo largo de las décadas: costuras rojas, emblemas GTI, un volante específico, entre otros. Eso sí, extrañamos las vestiduras con tapicería en tela Clark; en México sólo está disponible con piel negra.
Prisa porque la respuesta del motor es sobresaliente. Con esta actualización ha ganado 10 hp, con lo que ya suma 230 caballos, provenientes del mismo bloque de 2.0 litros turbo. Emparejado con una transmisión DSG de 6 velocidades, alcanza los 100 km/h en 6.4 segundos. Llama la atención el poco retraso que hay por parte del turbo. Como cualquier vehículo sobrealimentado, al partir hay algo de demora en el arranque, pero rápidamente sube de revoluciones y explota, no sin hacer alarde a través de un sonido de escape que se cuela en la cabina y adereza la experiencia deportiva de la conducción.
Finalmente, precisión por la puesta a punto del chasís. Una suspensión más rígida, una dirección más directa y la electrónica para dosificar la entrega de poder hacen que el paso por curva del Golf GTI sea maravilloso. Se puede entrar rápido y sentiremos las llantas bien pegadas al asfalto; a la mitad de la curva podemos acelerar y sentiremos cómo el auto conserva la trayectoria y gana velocidad sin perder una gota de tracción. Nos llama la atención que, pese a ser un auto de tracción delantera, hay algo de sobreviraje.
En lo que respecta al equipamiento, encontramos exactamente lo mismo que en el Golf Highline, pero con sistema de sonido Fender de 9 bocinas, una computadora de viaje con funciones deportivas y un selector de modos de manejo, que permite elegir entre Eco, Normal, Sport e Individual. Los asientos delanteros son calefactables y del lado del conductor es de ajuste eléctrico con memorias.
El Volkswagen Golf es un auto completísimo con un solo problema: el SEAT León
Lo mires por donde lo mires, el Volkswagen Golf —1.4 TSI o GTI— es un hatchback completísimo: cómodo, rápido, de buena calidad, bien equipado, eficiente y práctico. Sería una gran opción si SEAT no ofreciera las mismas cualidades en un vehículo más accesible o que por el mismo precio puede llevar motores más potentes o una dosis extra de equipamiento. El León no es más que un Golf confeccionado en España y esto incluye desde las versiones convencionales, hasta las FR y Cupra.
A fin de cuentas, el objetivo de Volkswagen no es convertir al Golf en un superventas. Vender importa, claro está, pero el volumen del segmento no es alto y el Golf prefiere echar mano de la nostalgia y el cariño que se ha ganado para conquistar a quienes están dispuestos a pagar algo más por un coche ligeramente más refinado y que ha existido a lo largo de las décadas.
Para que te des una idea de lo que el Golf representa, el 20% de sus ventas corresponden a la versión GTI y para esta actualización la marca quiere elevar la participación de su versión deportiva a un 30%... sí, casi uno de cada tres. El nombre importa y mucho. El héroe de la clase trabajadora... que ahora es menos asequible, pero mucho más aspiracional.