Renault Clio RS, prueba (parte 2)

Renault Clio RS, prueba (parte 2)
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Durante los siguientes kilómetros, nuestro encuentro con el Renault Clio RS fue a escondidas del sol, todo en un plan muy romántico, pero no duró mucho. Alrededor de las 6:56 de la mañana, cuando aún devorábamos kilómetros de la autopista, el sol comenzó a estirar los brazos para hacer del cielo un escenario extraído de la película de amor más cursi de la historia. Para un petrolhead como nosotros, amanecer en la autopista con las manos puestas en un deportivo es lo que cualquier otro mortal sueña con una casa junto al mar.

Nos encontramos con Salvador justo cuando el reloj estaba por marcar las 8 de la mañana. Probablemente hubiéramos llegado una hora antes si no hubiéramos tomado la salida incorrecta, si el hatchback que conducía Bruno no hubiera indicado presión baja de neumáticos y si el amanecer no hubiera sido tan meloso como para obligarnos a pararnos a tomar fotos. Valió la pena el retraso, pues.

A todo esto... ¿Por qué no es amarillo?

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Tomamos aire, un café y salimos rumbo a una carretera olvidada por Dios, ideal para nuestra sesión de fotos. Llegando ahí, con todo el equipo de Motorpasión reunido y el auto listo para ser fotografiado, nos hicimos la pregunta obligada: ¿Por qué nuestro Clio RS de pruebas no es amarillo?

La respuesta en realidad no importa, porque aunque el amarillo es un color mucho más llamativo —aunque no del agrado de todos—, el Clio RS ya es lo suficientemente agresivo como para decir que algún color no le sienta bien, aunque tampoco hay mucho de dónde elegir. En México está disponible sólo en amarillo, rojo y negro.

Ante los ojos de Don Goyo, que esa mañana estaba en calma, dimos inicio a nuestra sesión de fotos. El Renault Clio RS, como buen francés, es un auto que cuida mucho la estética, incluso en las versiones no-RS del Clio de cuarta generación que Renault decidió no vender en México. Junto al SEAT Ibiza Cupra y el Ford Fiesta ST, es uno de los mini hot-hatches que más detalles racing adopta.

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Todo —excepto la carrocería— es exagerado grande: los faros, las tomas de aire, los emblemas, el difusor, los escapes... hasta la cintura al unirse con las calaveras a la altura del poste C crea la sensación de que el Clio RS es un muscle-car... a la europea, de menos de 4 metros de largo y con motor turbo. Vale, mala comparación.

Si hay lugar para reproches, nos hubiera encantado verlo con faros de xenón y con un sistema de iluminación LED que fuera más allá de insertar un par de foquitos en la fascia. Si el Peugeot 208 GT pudo, no vemos por qué el Renault Clio RS no. De su carrocería de 5 puertas —patada en el hígado para los más puristas— no podemos quejarnos, porque en realidad las manijas escondidas las disimulan muy bien y aumenta la practicidad.

Al Clio RS no le quedan bien las placas americanas. Renault: Así son los modelos que debes traer a México.

Ambiente racing, sí, pero...

Ya hemos catado el funcionamiento del chasis en armonía con el motor y admirado la estética de un coche que creíamos que jamás cruzaría el Atlántico, pero ¿Qué hay de la cabina? ¿Es fácil creerse que estamos a bordo de un auto de competición? La respuesta corta es sí.

Al abrir la puerta y sentarse en el asiento del conductor es fácil transportarse a un mundo donde la competición es lo único que vale en la vida. Ajustamos el volante y a posición del asiento, tomamos el cinturón de seguridad y... ¡Oh, sorpresa! Es rojo, como las costuras del volante y de los asientos, como los plásticos que detallan las salidas del aire acondicionado, el volante, la puerta y, con menos éxito, la palanca de velocidades. Señores, no estamos montados en cualquier Clio, estamos a bordo de uno que, a diferencia del resto, es armado en la antigua fábrica de Alpine, en Dieppe, ahora encargada de darle vida a los modelos Renault Sport. ¿400 mil pesos es mucho? Es el incomprendido precio de la exclusividad.

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Con cariño, desde Dieppe

El Renault Clio RS, a diferencia del resto de los Clio, es armado en la antigua fábrica de Alpine en Francia.

Las 26 horas que toma armar un Clio RS se notan al circular por calles mal pavimentadas, en las que los ensambles no producen ruidos extraños. Los materiales son, desde el punto de vista de muchos en la redacción, los que puede demeritar la sensación de calidad a bordo del Renault Clio RS.

Sí, hay pieles y materiales de diferentes colores y texturas, pero todos los plásticos son duros. Si nos ponemos exigentes, en un Audi A1 —que cuesta casi lo mismo— esto no sucede; si lo vemos por el lado amable, por muy RS salido de la antigua fábrica de Alpine, no deja de ser un Clio... un Clio por el que hay que pagar 394,900 pesos —$379,900 si omitimos los asientos en piel.

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Otra de las "áreas de oportunidad" que encontramos a bordo del Clio RS es la disposición de algunos mandos. Como buen auto francés, las cosas deben hacerse al revés. El botón para abrir los seguros, por ejemplo, no está en las puertas, sino en el tablero junto al botón de las intermitentes; detalles a los que un usuario se acostumbra. Lo que reprochamos es que el control de velocidad crucero se activa a través de un botón desde la consola central —detrás de la palanca de velocidades— pero se controla desde el volante... ¿Era mucho pedir que un botón estuviera junto a los demás, como en el resto de los autos? Franceses.

Continuará... Continúa.

En Motorpasión México | Renault Clio RS, prueba (parte 1)
Fotografía | Salvador Sánchez | Gerardo García

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